Al mismo tiempo que el Dr. Méndez buscaba un vehículo en el cual transportarse, José, Tomás y Richard corrían por salvar sus vidas; este último, como bien había advertido el doctor, les estaba retrasando la marcha y los muertos vivientes que corrían tras ellos ganaban cada vez más metros acortando peligrosamente su distancia.
—Tienen que dejarme, los estoy retrasando —dijo el joven de la herida, sentía que ya su cuerpo no daba más, a pesar del poco esfuerzo que estaba realizando se sentía fatigado, estaba convencido de que en cualquier momento se desmayaría.
—Ni hablar —dijo Tomás con la voz entrecortada por el peso del joven encima de él—. No hemos nadado tanto para morir en la orilla.
—Ya los tenemos casi encima, no vamos a lograrlo a este paso. —Se apresuró a decir José—. Aunque logremos llegar, no nos dará tiempo a cerrar la puerta.
—Por eso, déjenme aquí. —Richard hizo un gesto para soltarse, pero las fuertes manos de Tomás lo devolvieron sin esfuerzo a su estado anterior.
—He dicho que no —le dijo el chef mirándolo directamente a los ojos—. Chico, ¿crees que puedas con él tú solo? Voy a hacerles frente para darles una oportunidad —dijo sin quitar la vista de los ojos de Richard.
—No, ni hablar —dijo confuso José.
—Sí, ustedes son jóvenes, están aquí en contra de su voluntad. Tienen familiares afuera esperando por ustedes, yo en cambio también tengo familia, pero estoy aquí por voluntad propia.
—Intentémoslo juntos, si nos esforzamos podremos llegar —dijo José jadeando por el esfuerzo de correr con Richard acuestas.
—¿Puedes o no? —insistió el chef, en su voz se notaba cierto tono de convicción.
—Creo que sí —dijo al fin José.
Richard se había dedicado a escuchar y a tratar de seguir el ritmo que le habían impuesto, cosa que le resultaba del todo imposible.
—Sólo lleguen a ese maldito garaje y vengan en un puto carro, resistiré, o al menos eso espero. —Soltó a Richard, este se desbalanceó un instante, pero José se las arregló para sostenerle y seguir corriendo.
Tomás se detuvo, recuperó un momento el aliento y volteó para hacerle frente a sus perseguidores. Quedó sorprendido al ver que estaban más cerca de lo que se había imaginado. Sólo unos diez metros lo separaban de una veintena de zombis, eran tantos que dudó por un momento en si había hecho lo correcto. Realizó un movimiento circular de hombros, ladeó la cabeza hacia ambos lados en forma de calentamiento y echó a correr hacia su izquierda haciendo el mayor ruido posible, para tratar de atraer la atención de ellos. Los zombis respondieron de inmediato a la voz de él, muchos lanzaron gritos desgarradores y para sorpresa de Tomás, apretaron su paso.
«Mierda, no contaba con eso» pensó con los nervios de puntas mientras corría, pero al menos su plan había resultado.
No todos repararon en él, sólo los primeros del tumulto, el resto siguió su andar en dirección al garaje, pero al menos les había dado un pequeño pero preciado tiempo a los jóvenes.
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Macrófago vitae: Infección.
Science FictionTras un experimento fallido, en un laboratorio secreto de una base militar cubana; un pequeño pueblo de campo sucumbe a un apocalipsis zombi. Historias llenas de terror y desesperación, les esperan a las personas; las decisiones que tomen les cambia...