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Julio y Roger se colaron a la carrera por la puerta del bar Lazo de Oro

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Julio y Roger se colaron a la carrera por la puerta del bar Lazo de Oro. No se detuvieron, sabían que los tenían encima. Siguieron su carrera dirigiéndose hacia la puerta que daba acceso al local que cada noche se atiborraba de personas deseosas de diversión. Los muertos irrumpieron en el salón de recibimiento destruyendo la puerta de cristal. Esta se quebró en miles de pequeños pedazos de vidrio que se esparcieron por todo el suelo.

Verónica y Pedro, desde la barra, miraron extrañados a los recién llegados. Por su parte, Alicia, Sofía y Dairon, se pegaron un tremendo susto cuando irrumpieron en la tranquilidad del local.

-¿Qué hacen aquí? ¿Acaso no vieron el cartel de cerrado en la entrada? -Preguntó molesta Verónica.

-Dairon, ¡encárgate! -Ordenó Pedro restándole importancia al asunto y devolviendo su concentración hacia las cuentas que sacaba.

Dairon soltó con desdén lo que hacía y se dirigió hacia los intrusos con el rostro torcido. Tenía sueño y estaba cansado de la faena de la noche anterior. Roger y Julio hicieron caso nulo a las personas del local, simplemente se dedicaron a apilar las primeras mesas contra la puerta. Un intento vano por contener una multitud considerable de zombis que luchaban por entrar. Los primeros golpes se sintieron en la puerta y esta amenazó con venirse abajo, incluso logró desplazar unos centímetros las mesas.

Dairon dudó ante lo que estaba viendo. Sabía que le sería fácil sacar a aquellos dos del lugar, incluso si para lograrlo tuviera que usar la fuerza bruta. No sería la primera vez que tendría que hacerse cargo de una situación similar, a fin de cuentas, era el agente de seguridad del local y cuando en su turno coincidía con alguno pasado de tragos y problemático tenía que sacarlo. Sin embargo, ver la puerta sacudirse tan bruscamente le hizo reflexionar.

-Un poco de ayuda no estarían mal -chilló Roger.

Todos interrumpieron su quehacer, las dos muchachas que limpiaban se quedaron mirando la escena confundidas, en sus manos las escobas cesaron sus movimientos. Verónica y Pedro, soltaron sus bolígrafos y pusieron toda su atención en lo que acontecía. El ambiente se tensó tanto que podría cortarse con un cuchillo.

Roger y Julio seguían apilando las mesas y sillas tan rápido como podían. No fue suficiente. La presión ejercida desde fuera era tanta que la cerradura salió disparada. La puerta se entreabrió dejando ver el rostro sin nariz de uno de los zombis, la piel y parte de los músculos que recubrían sus pómulos también estaba ausente a causa de las disímiles mordeduras que sufrió cuando aún estaba en vida. Sus ojos tan blanco como el Plenilunio solo reflejaban la muerte. Tras de él, había un promedio de quince más, con mutilaciones semejantes o peores, era un número que iba en ascenso, pues seguían entrando.

Todos en el local quedaron perplejos. Dairon dio unos pasos dubitativos hacia atrás, no sabía qué hacer. Alicia y Sofía palidecieron, aunque fue menos perceptible en Sofía por ser afrodescendiente. Sus piernas se aflojaron y sintieron como el miedo las abrazaba, les apretaba tanto que les resultó imposible gesticular media palabra.

Macrófago vitae: Infección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora