4 Inicio del Gran Mal

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—Aquí unidad aérea a base central —dijo Erik accionando el botón de la radio

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—Aquí unidad aérea a base central —dijo Erik accionando el botón de la radio.

Esperó unos instantes para repetir su llamado. Desde la altura tenían una vista panorámica de lo que había sucedido. Desconcertados, decidieron descender un poco el vuelo para poder apreciar todo a lujo de detalles.

Ante sus ojos se mostraba la unidad militar carente de vida. Desde la altura encontraron varios cadáveres en el suelo. Algunos estaban claramente mutilados.

Los indicios de lucha eran evidentes con extensos charcos de sangre que resaltaban caprichosamente por doquier, dando un escenario repugnante a los ojos de los tripulantes del helicóptero. Las edificaciones estaban abiertas y con las puertas derribadas. En las entradas de las mismas, se podían apreciar cientos de huellas que indicaban que más de una docena de personas habían transitado por ahí con los pies embarrados en sangre.

—Aquí central —dijo una voz a través de la radio que Erik sostenía en la mano. —¿Qué sucede unidad aérea?

Erik tardó medio segundo en responder, las imágenes que estaba observando estaban corroyendo su alma. Nunca había presenciado algo similar. Su mente daba pequeños saltos entre el desconcierto, la sorpresa y el terror.

—La unidad militar ha sido arrasada —dijo al fin accionando el botón de la radio con voz quejumbrosa. —Hay signos de violencia por todos lados, me temo que ya no queda nadie en ella.

—No pueden haber desaparecido los más de cien reclutas que albergaba la unidad —recalcó la voz al micrófono.

—Aquí no hay señales de vida —explicó. —Deben de haber escapado del lugar, solo veo cadáveres y realmente no son tantos. —Hizo una pausa para poder organizar sus ideas. —La unidad militar parece sacada de una película de terror —añadió en susurros.

—Haga una inspección rápida a los pueblos aledaños, deben de estar en algún sitio.

—Busque una puerta que da acceso a una especie de sótano —ordenó una voz diferente y desconocida para Erik a través del micrófono.

—Se encuentra abierta —dijo Erik seriamente tras volver a repasar el área con los binoculares.

Hubo un silencio en la radio, miró al piloto y este se encogió de hombros. No tenían ni idea de lo que sucedía. Sus superiores solo le habían dado la orden de sobrevolar el área e informar lo que observaban. Ellos se limitaban a cumplir las órdenes.

—Encuentren supervivientes —ordenó al fin la segunda voz que había intervenido a través de la radio—. En cuanto divise personas envíe la información, ya van en camino dos unidades terrestres. Cambio y fuera.

Ambos integrantes del helicóptero se miraron confundidos. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué la alarma? ¿Cómo había acabado así aquella institución militar? ¿Dónde estaban los militares de allí? Las dudas asaltaron la cabeza de ambos.

Macrófago vitae: Infección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora