Marcos logró girar en el último momento, cayó de espaldas contra el techo de un Lada. Un sonido metálico adornó el impacto y el techo se abolló haciendo que el parabrisas estallara en pedazos.
Se retorció del dolor, una sensación de corriente le recorrió toda la espalda, pero no cambió su mirada del zombi que lo retuvo en el aire cuya boca y manos se abrían y cerraban insaciablemente tratando de agarrarlo. No comprendía cómo aún podía estar vivo, llevaba serias heridas en el cuerpo y su cabeza colgaba flácida producto a las lesiones en las vértebras cervicales.
Impulsado por la adrenalina, se incorporó en el techo del carro sin quitarle ojo al monstruo de la ventana. Sintió una pequeña molestia a modo de punzada en la región lumbar, pero que no le imposibilitaba para nada la marcha. Se frotó la zona con la palma de la mano mientras organizaba sus ideas.
De inmediato alcanzó a ver la pistola sobre el capó. Pasó a este desde el techo con cuidado de no cortarse con los cristales que aún quedaban como dientes de perro incrustados en el marco. Recogió el arma y comenzó a buscar desesperado el fusil, no le encontraba por ningún sitio así que bajó del Lada y lo encontró por la parte trasera de este a varios pasos de distancia. Con la caída había rebotado par de veces hasta terminar un poco distante del automóvil.
Un sonido nuevo se instalaba en su oído, lo escuchaba incluso por encima de la alarma. Era un motor, estaba seguro de ello, parecía ganar fuerza a cada segundo. Echó una nueva mirada al zombi de la ventana varios metros arriba para cerciorarse de que todo estuviese bien y para su tranquilidad, ahí seguía este, con la cabeza colgando y los brazos extendidos hacia él, haciendo estúpidos movimientos con el fin de agarrarle.
—¡Hey por aquí! —Gritó Marcos—. ¡Estoy aquí ayuda! —Decía desesperado.
Sus gritos alertaron a los zombis que estaban en la entrada del edificio, los cuales se redireccionaron hacia el lugar de donde provenía la voz. Cuando doblaron por la esquina de la edificación se encontraron con Marcos a varios metros de distancia. Uno de ellos sacudió la cabeza haciendo que de su boca cayera una sustancia de color oscuro y lanzó un sonido gutural desde lo más profundo de su garganta.
—¡Carajo! —Chilló Marcos al escuchar el sonido, su corazón se desbocó y sintió un escalofrío que lo sacudió de repente.
Se volteó de inmediato y pudo observar como una gran masa de zombis corría en su dirección. Sin pensarlo, subió al techo del carro y comenzó a disparar contra ellos. Lo hacía a la cabeza, pero ningún disparo alcanzaba su objetivo en el primer intento y en raras ocasiones lo hacían en el segundo.
Al mismo tiempo, el Jeep que conducía el Dr. Méndez apareció en su campo visual. Sabía que no esperarían por él, temía que se fueran y lo dejasen ahí, tirado con todas esas bestias inhumanas en busca de su vida. Sin embargo, no pudo hacer más que seguir disparando.
—Acelera, date prisa, tenemos que ayudarle, los tiene casi encima —alentaba José al doctor.
—Son muchos, no lo lograremos —dijo seriamente Méndez—. Si paramos nos van a encerrar con los que nos están cayendo atrás, si hacemos una pausa nos cogen.
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Macrófago vitae: Infección.
Science FictionTras un experimento fallido, en un laboratorio secreto de una base militar cubana; un pequeño pueblo de campo sucumbe a un apocalipsis zombi. Historias llenas de terror y desesperación, les esperan a las personas; las decisiones que tomen les cambia...