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En la iglesia las tensiones se habían incrementado notablemente en los últimos momentos

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En la iglesia las tensiones se habían incrementado notablemente en los últimos momentos. El pastor había salido corriendo en busca de las tres monjas en cuanto vio a uno de los zombis con el rostro totalmente desfigurado asomarse por una de las ventanas que aún no lograban cerrar Alejandro y Méndez. Este último, corrió a cerrar la brecha que habían descubierto aquellos seres, era la última que quedaba abierta. Dentro del local, el eco proporcionado por los constantes golpes en la puerta se estaba volviendo insostenible. Yerandy no paraba de llorar, tenía mucho miedo, su madre trataba de consolarlo desesperadamente, pero todo lo que hacía carecía de efecto.

-¿A dónde fue el cura? -inquirió Méndez, se sentía exhausto por lo que se sentó en la segunda fila de bancos de la derecha.

-Corrió como loco hacia atrás del altar -explicó Reina.

-Debe de estar tan asustado como el niño -dijo Alejandro acercándose a María.

-No es para menos, la situación es ameritable -Méndez dio un largo suspiro y se acostó en el banco.

Sabía que no estaban a salvo, que era solo cuestión de tiempo que los muertos lograran entrar, pero tenía que tomar un pequeño descanso para poder continuar. Tenía sus brazos y piernas adoloridos como nunca antes

-Que alguien calle al niño, su llanto los está enfureciendo más -recriminó Méndez secamente.

-¿Cómo coño quieres que lo calle? -La voz alterada de María retumbó en el lugar-. ¿Acaso no ves que está asustado?

-Ese niño solo nos traerá problemas susurró.

-¡Tu madre es la que tiene problema! -El grito de María se hizo sentir por encima de los alaridos de los muertos y el llanto de su hijo-. ¿No ves que es un niño chiquito? Debería darte pena hablar así de un niño. -Sus palabras vibraron en el local.

-Nunca dije que tuviera problemas. Dije que nos causará problemas, que es diferente -dijo Méndez con tono calmado y sin prestarle mucha atención-. Límpiese los oídos primero y después hable.

-Yo te escuché perfectamente. -La voz de María continuaba subida de tono-. No te diré lo que se tiene que limpiar tu madre porque estamos en una iglesia. -El rostro de María estaba inyectado en sangre.

-No es momento para esto por Dios -intervino Reina tratando de apaciguar la situación.

-¿Me dejas tratar de calmarlo? -Alejandro le miró fijo a los ojos y le quitó al niño de las manos-. Necesito que te calmes, lo estás asustando más -expresó con voz serena.

-Es que me incomodan los idiotas -dijo haciendo énfasis en la última palabra sin perder la vista del banco donde se encontraba descansando Méndez.

-Me llamo Alejandro, por cierto.

-María -dijo y le extendió la mano en forma de saludo, él la tomó en la suya y la apretó suavemente-. Gracias por lo que has hecho por nosotros.

-No te preocupes, no podía dejarlos ahí tirados, hubieran sido comida de esas abominaciones. -En sus brazos el pequeño había encontrado tranquilidad y ahora solo sollozaba levemente, por alguna extraña razón, se sentía protegido.

Macrófago vitae: Infección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora