CAPITULO 29 - "Ultimas Palabras"

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Homero vió a Marge, y Marge a Homero.

Fue como la primera vez que se conocieron, en aquel campamento de verano.

Cuando sus caras carecían de arrugas y ojeras. Y sus vidas carecían de preocupaciones.

A Marge le costaba articular palabras.
La escena era surreal, aunque no tanto para Homero, él desconocía lo que era verdad y lo que no.

Marge soltó el canasto de la ropa, dejando caer todo al suelo. Y llevó la palma de su mano hacia su boca. En un intento de callar sus gritos, aunque su alma rogaba que lo hiciera.

Sus ojos se abrieron totalmente, Homero estaba muy cambiado comparado a la última vez que lo vió. Tenía cicatrices en la cara luego de la golpiza de Martin, y ojeras.
Sumado a lo anteriormente mencionado, Homero tenía la mirada perdida, una expresión que daba terror absoluto.

Así que Marge no pudo soportar todo lo que estaba sucediendo, y gritó.

Acto seguido subió las escaleras corriendo, tropezando en el intento, y gritando una vez más.

Lisa escuchó los gritos de Marge, y salió disparada de su cuarto en busca de su madre.

—¡Mama! —decía mientras bajaba las escaleras—

Notó que Marge salía a gatas del sótano, con los ojos abiertos y en total disociación con la realidad.

Lisa fue a socorrerla y la tomó de los brazos.

—¿Qué sucedió? —le dijo Lisa asustada—

Marge solo atinó a responder una sola cosa.

—Homero.....

El corazón de Lisa se detuvo unos segundos, Marge comenzó a llorar en el suelo.

—M..... ¿Mamá?

Pero no hubo respuesta.

Entonces Lisa se incorporó y se acercó al sótano lentamente. El llanto despavorido de su madre creaba una escena tétrica que la mantenía en tensión a cada segundo que pasaba.

Se detuvo frente a las escaleras, la luz amarillenta de la habitación le dió escalofríos.

Ensordecida, comenzó a bajar los escalones, uno por uno. Su corazón latía a mil por hora, y el llanto de su madre se alejaba a la distancia.

Bajó el último escalón, y al voltear a su derecha vió finalmente a Homero.
O lo que quedaba de él, pues estaba en un estado deplorable.

Por si fuera poco, se escuchó que tocaron el timbre.
Y acto seguido, tocaron la puerta dos veces.

Toc.

Toc.

Lisa horrorizada, subió las escaleras de nuevo y fue hasta la puerta, rodeando a su madre que estaba en cuclillas en el suelo.

Cuando abre la puerta, se encuentra a una persona con una máscara blanca, en forma ovalada y con una "S" pintada en toda esta.

Inmediatamente este saca una pistola con silenciador, y apunta al rostro de Lisa.

—Tú debes ser la niña... —Dijo con voz grave el hombre— tú no me interesas.

Entonces entraron dos personas más, William y Austin, e inmovilizaron a Lisa de un golpe.

Pusieron sus manos detrás de su espalda, y la mantuvieron así.

—¡Sueltenme! —gritó Lisa— ¡Mama!

William caminó hacia donde estaba Marge, y la asesinó con un solo disparo en la cabeza.
Sin darle tiempo a decir sus últimas palabras, ni dejarla procesar nada de lo que estaba pasando.

Lisa gritó, con un dolor horrible en el estómago.

Vio que otra de las personas subía las escaleras y revisaba los cuartos.

—¡Paren ya por favor!, ¡No hagan esto! —exclamó Lisa en vano—

—¿Dónde está tu padre? —le preguntó Bob—. si me lo dices, quizás salves a tu hermana pequeña.

—¡No lo sé! —gritó entre llantos Lisa—

—Respuesta equivocada.

Del cuarto de Maggie, salió Austin con ella en brazos. Y bajó hacia donde estaba Lisa.

—¡BASTA YA POR FAVOR! —gritaba Lisa—

—Miren que preciosa bebé —dijo William mientras se acercaba a ella— Última oportunidad niña, ¿Dónde está tu padre?

—¡DEJEN A MI HERMANA EN PAZ ELLA NO TIENE NADA QUE VER!

—Respuesta equivocada —repitió Bob—

Entonces Austin que tenía a Maggie en brazos, la tiró contra el suelo, golpeándola muy fuerte.

Maggie no tardó en llorar, y Lisa volvió a gritar despavoridamente. Pero esto no inquietó en lo absoluto a los hombres.

William y Bob, comenzaron a patear a Maggie hasta retorcer su pequeño cuerpo.

Y cuando por fin el llanto cesó, William le disparó en la cabeza para rematarla.

Lisa estaba destrozada, ya no quería mirar.

Solo lloraba y se lamentaba en el suelo.

—Revisen la casa y traigan a su padre.

—Entendido señor.

Al cabo de unos minutos, encontraron el sótano y volvieron con Homero.

Le apuntaron con un arma, y este se arrodilló en el suelo.

—Miren a quien tenemos aquí... —Dijo William— Tu debes ser Homero, del que tanto oí hablar.

Homero no respondía, ni parecía entender lo que sucedia.

—Nos vamos a llevar muy bien.... —William miró a Austin, y asintió la cabeza—

Entonces noquearon a Homero con el arma, y también a Lisa.

Cargaron sus cuerpos en la camioneta de William, donde también se encontraba Bart, y marcharon directo a Shelbyville.

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