Capítulo IX

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Ambos lo observaron partir. Eren no dijo nada, solo se dio media vuelta, enfundó sus manos en los bolsillos del pantalón y, antes de salir, le dio vuelta al aviso de "Abierto", hasta finalmente marcharse.

Armin enrojeció y, cuando encaró a la joven, que lo miraba con fijeza para luego evadir sus ojos, dijo:

—¿Ocurre algo?

—... Nada —susurró, guardando el cuaderno del inventario y colocando una señal de dónde se había quedado en el cuaderno de ventas—. Se ve que se quieren.

—Es mi mejor amigo.

—Lo sé. —Curvó los labios y le hizo señas para que lo siguiera a la cocina.

A Armin le pareció curioso que rehuyera de su mirada de repente y se estrujara los dedos mientras caminaba. Él se acomodó en una silla mientras ella ponía agua a hervir para un té, y Armin fue incapaz de decirle que le gustaría volver a tomar algo de chocolate, no con el ambiente enrarecido. Un escalofrío recorrió su espalda cuando (T/N) cerró la puerta con seguro y también las ventanas, cuidando de correr las cortinas.

—¿Pasa algo? —dijo con la voz teñida con pánico.

—Necesito hablar contigo y... Tengo que cerciorarme de que todo esté en orden por nuestras reacciones.

Se subió en un taburete de madera y guardó el juego de cuchillos en la repisa más alta, donde ni siquiera Armin podría alcanzarla. Sacó todo objeto cortopunzante y lo puso en sitios inaccesibles, mientras que a Armin el corazón se le desbocaba. Estaba a punto de perder los nervios, cuando la tetera chilló y saltó del asiento, alarmado. Sin embargo, (T/N) revisó un último cajón y se apresuró a servirle el té de valeriana frente a él. Retiró la tetera y, después de meditarlo unos segundos, la sumergió en agua fría.

—Me estás poniendo nervioso —dijo Armin cuando ella se sentó frente a él, cerca.

—Bueno... —Pensó sus palabras y curvó los labios—. Debería estarlo yo, pero... Pero quiero confiar en que si se trata de ti...

—¿Guardaste los cuchillos por mí? —repuso, incrédulo—. ¿Qué podrías tener que decirme cómo para que yo...?

—No. —Ella arrugó el entrecejo, tal vez sorprendida porque a Armin no lo horrorizaba la idea de atacar a alguien tanto como había calculado—. Velo más como un terreno neutro. No quiero que pienses que soy hostil y yo confío en tu raciocinio lo suficiente como para pensar lo mismo de ti.

Armin bordeó la taza con el índice, fijándose en el sencillo diseño azul. Luego, la enfrentó con los ojos, desesperado, porque vaticinaba lo que le diría, pero rogaba que no fuera así.

—Habla, entonces.

(T/N) prolongó unos segundos más el silencio al tomar un sorbo de té, hasta poder terminar de reunir el aplomo suficiente para empezar.

—Eres el titán colosal.

Armin palideció porque eso estaba fuera de sus cálculos. Imaginaba que le diría que había descubierto su identidad como eldiano en Paradis, ¿pero que hubiera llegado tan lejos? Quizás subestimó todo lo que le reveló, o subestimó su capacidad de deducción. Una pátina helada de sudor le impregnó la nuca y tuvo que pararse para quemar ansiedad.

—E-estás bromeando, ¿no? Esas son acusaciones muy graves.

—¿Lo son? —replicó—. Lo serían si hubiera ido a las autoridades, pero estoy hablando contigo, Armin. Como iguales, en un terreno neutro.

"Como iguales", eso hizo que su corazón diera un brinco esperanzado, porque ni siquiera los Azumabito habían aceptado colocarse a su misma altura. La miró de soslayo y notó el tremor en sus dedos rodeando la taza, pese a que mantenía los ojos posados en él con aparente férrea calma. No la culpaba. Seguro era consciente de que, si se transformaba, podría destruir todo el puerto. Pero ambos habían dicho que confiaban en el otro y la conversación pendía de ese frágil hilo.

Un sitio seguro || Armin Arlert x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora