La chica jadeó por el retroceso del revólver y la adrenalina que fluía por su cuerpo, alertándola de cada detalle que la rodeaba, del cuerpo que se había desplomado a unos cuantos metros de ella. Podría jurar que sentía cada gota de lluvia empapándole el cuerpo. Pese a ello, apenas reparó del momento en el que Armin dejó inconsciente a Gibb para luego correr hacia ella.
—Está bien —dijo Armin, tomando su mano para destensar sus dedos agarrotados alrededor del arma—. Estamos bien.
—¿Lo maté?
—... —Armin apretó los labios y quiso mentirle, pero sabía que, a largo plazo, una mentira traería consecuencias importantes—. Fue en defensa propia.
Ella le arrebató de nuevo el revólver y lo arrojó al otro extremo, donde no había nadie. Se pellizcó para despertar de su estado catatónico.
—Qué horrible lo fácil que es arrebatar una vida.
—Lo sé —susurró Armin, ayudándola a levantarse—, pero estarás bien.
—Espero que sí —musitó, apoyándose de él—. ¿Y tú? ¿Te hizo daño?
—No mucho. —Armin intentó sonreír, pero supo que no lo logró cuando ella no quitó su expresión taciturna—. Vamos a reagruparnos.
—Y en serio que quiero que robemos una avioneta para irnos.
Armin rio entre dientes y asintió porque se sentía capaz de hacerlo por ella. Aunque, sin querer, recordó cómo sus padres fallecieron y esperaba que no tuvieran el mismo destino al arriesgarse de ese modo.
Caminaron bajo la lluvia, impelidos por la adrenalina y la esperanza de un futuro mejor. Cuando llegaron al Distrito Trost, que antes estaba delimitada por el muro Rose, observaron con asombro cómo las personas corrían de un lado a otro, desatando un caos sin precedentes. Los ciudadanos se enfrentaban a los militares y estos a su vez a ellos, mientras otros intentaban detener la lucha o se decantaban por bandos. Los perros ladraban y las pequeñas familias buscaban refugio en las casas. La radio sintonizaba la misma noticia traída desde Mitras.
Armin se agachó para recoger un periódico maltrecho mientras la joven lo halaba hacia la pared para que no se inmiscuyera con la caterva enfurecida.
—¿Qué dice? —inquirió ella, refugiándose bajo un pequeño cobertizo mientras Armin pasaba sus ojos, ávidos, por las letras.
—No es el periódico de Beaure —susurró y arrugó el papel, impotente—. Son artículos sobre mí y mis amigos, de cómo traicionamos Paradis y que vinimos para servir a Eldia en bandeja de plata a los extranjeros.
—Son las noticias usuales de aquí, así que no te preocupes —repuso ella con aplomo, pese a que se mantenía alerta del caos que se desataba a unos cuantos metros de ambos—. Lo que me preocupa es que pueden estar buscándote, azuzados por toda la información repentina, y no sabemos si es para bien o para mal...
—No quiero descubrirlo. —Armin la miró con seriedad y tomó su mano—. Creo que lo mejor en serio sería robar esa avioneta.
Iban a reemprender su camino cuando una puerta se abrió y haló a (T/N) al interior, quien apenas pudo proferir un grito ahogado cuando cubrieron su boca. Para su consuelo, terminó arrastrando a Armin con ella quien no dudó dos veces en taclear a la persona que los emboscaba. Los tres terminaron en el suelo y la chica pudo girar sobre sí para alejarse de su atacante.
—¡Armin! —llamó una voz masculina, forcejeando contra Armin que le había saltado encima—. Detente un segundo, Armin. Solo quiero hablar.
Eso pareció tranquilizarlo porque, al reparar en quién era, Armin reculó sobre el piso hasta poner distancia suficiente y poder tomar aire. (T/N) se apresuró a posicionarse a su lado, tocando la navaja que tenía guardada.
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Un sitio seguro || Armin Arlert x Reader
FanfictionCuando Armin y sus compañeros deciden embarcarse al otro lado del mar para infiltrarse en Marley, Armin jamás imaginó que él, precisamente de todos, se perdería en el primer día. Aunque en sus planes no estaba terminar en una tienda como jamás la ha...