—Tal vez regresó a su país. O quizás me detesta. O...
—O ha estado ocupado —interrumpió Anna su retahíla de suposiciones pesimistas.
—No debí comportarme así, sea cual sea la razón de su ausencia.
—A mí me sorprende que este chico te tenga así. Por lo general, tú eres la racional y yo la que me desbordó por mis emociones descontroladas.
—¡Es que...! —(T/N) boqueó cual pez fuera del agua y bajó la mirada, azorada—. Es que nunca había conocido a alguien como él.
—Ay, eso sonó tan trillado, pero te entiendo. —Estiró la mano por encima de la mesa y apretó la de su amiga—. E imagino que estás asustada por lo que sientes.
—Estoy aterrada. Aterrada por la idea de ya no poder verlo y aterrada por lo que le diré si llego a verlo.
—Y eso está bien —dijo con cuidado—. Aunque no creo que debas ponerte tan ansiosa al respecto. Eso no te hará nada de bien y lo digo por experiencia. Es un buen chico, de lo que me has contado y de lo que yo he visto, así que podrán hablarlo y, más importante, ambos serán capaces de escuchar y comprender.
—Eso si aparece...
—¡Seguro que lo hará! —animó y arrugó el rostro cuando sintió una patada en su vientre—. Creo que a este niño no le gustará el béisbol, sino el fútbol.
—Cada día estás más cerca de tener a un mini Anna correteando por allí. Sé que ya está pasada la fecha de la formación de genitales, ¿pero que te gustaría que fuera? ¿Niño o niña?
—... —Anna tomó un gajo de manzana y le sonrió, radiante—. Que sea fuerte, saludable y amable.
—¡Seguro que sí! —(T/N) curvó los labios, intentando convencerse de que no valía la pena sumergirse en sentimientos tan oscuros cuando podía enfocarse en algo más positivo—. Pero, Anna, te noto como cansada.
—Ah... Es que he estado esperando a mi esposo hasta tarde. —Sonrió, aunque su amiga pudo notar que su expresión no era sincera.
—¡Bueno, sabes que siempre estoy de tu lado!
—Y te amo por eso. Pero todo está bien y no quiero preocuparte; creo que ya tienes suficiente con tu milagro azul.
(T/N) rio, avergonzada porque ante la sola reminiscencia de cómo sus brillantes ojos la observaban con atención, se sentía derretir. Quería verlo, pero no tenía idea de dónde podría encontrarlo.
—Ya se está haciendo tarde —suspiró Anna—. Siento que siempre nos faltan horas para hablar.
—Es que realmente faltan.
Ambas mujeres se encaminaron hacia la puerta del local. Se dieron un corto abrazo y se despidieron. (T/N) la siguió con la mirada hasta que su figura se perdió en la esquina de una calle que se adentraba al grueso de la ciudad.
Aún le parecía inverosímil el día que Anna le dio la noticia de su embarazo. Según sus cálculos, estaba en la semana treinta y tres de gestación y todo marchaba con normalidad. Deseaba con ahínco que todo le saliera de maravilla, a pesar de que a ninguna le entusiasmaba la idea de traer a un bebé a una tierra plagada por el aroma de la guerra.
Regresó a su tienda y volteó el cartel a cerrado. Corrió las cortinas para no distraerse con el paisaje vespertino mientras se sentaba en un taburete frente a su estación de trabajo. Sacó una libreta donde anotaba todos sus encargos y se dispuso a armar cada pedido.
Los suburbios por los que había entrado con Armin, llamados Celestia, estaban llenos de familias que trabajaban para sobrevivir el día. Sin embargo, cuando les comentó que no cobraría sus servicios, se negaron, y le ofrecieron sus propios servicios que iban desde el trabajo en vidrio hasta la reparación de prendas de vestir. De ese modo, habían llegado a un acuerdo. Unos días iba y dejaba todos los medicamentos necesarios, y otros pasaba y dejaba ropa que necesitaba remendarse u ordenaba una base de hierro para colocar sus plantas.
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Un sitio seguro || Armin Arlert x Reader
FanficCuando Armin y sus compañeros deciden embarcarse al otro lado del mar para infiltrarse en Marley, Armin jamás imaginó que él, precisamente de todos, se perdería en el primer día. Aunque en sus planes no estaba terminar en una tienda como jamás la ha...