Capítulo XXVI

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Sentía el cuerpo pesado a medida que abría los párpados. Lo primero que atisbó fue la figura de Armin sentado a su lado. Pese a la escasa luz, el cabello de Armin seguía irradiando un brillo dorado de fantasía. No comprendía cómo era posible que alguien fuera tan hermoso pese a sus precarias circunstancias.

Extrañaba verlo leer. La forma en la que empatizaba con los personajes o cómo su entrecejo se fruncía apenas para procesar la nueva información. El aleteo de sus pestañas que se asemejaban a los primero rayos de sol. Sus ojos deslizándose sobre el papel como si fuera el mismísimo mar bañando la arena.

No le dio tiempo de desviar la mirada cuando Armin la posó sobre ella. Cerró el libro y se inclinó hacia ella con los ojos ardiendo de preocupación.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele todo —admitió, pasando la mirada al techo con pesadumbre.

—Luchaste muy bien.

—No tengo la experiencia de Mikasa —susurró—. Siento como si los brazos se me quisieran caer. Supongo que me desmayé porque me apuñaló, ¿no?

—En una pierna, pero no es grave. Aunque me asustaste por el sangrado.

—Es normal si tengo la hemoglobina baja —suspiró—. Estos últimos días me había estado sintiendo exhausta, pero no le presté demasiada atención. Quizás tenía anemia.

—No lo digas tan a la ligera.

(T/N) exhaló y tuvo que apartar la mirada cuando Armin tomó su mano entre las cálidas de él. La sujetaba como si de ese modo no se pudiera esfumar de nuevo.

—Armin, ¿qué quieres hacer?

—¿Eh? —El aludido parpadeó, pero enderezó la espalda—. Arreglar esta situación. Que dejen de existir eldianos y las demás personas. Quiero unificar a las personas para que se den cuenta de que no somos tan distintos.

—No, Armin —dijo con hastío y se irguió en la cama con dificultad—. ¿Qué quieres tú? ¿Qué quieres para ti?

—E-eso... ¿Qué quieres que te diga?

—La verdad. —Frunció el entrecejo y Armin no comprendía cómo sus apacibles pupilas eran capaces de exhibir tal ferocidad—. ¿Qué crees tú? ¿Que no te conocí lo suficiente en esos pocos meses como para saber que eres incapaz de matar a tu mejor amigo? ¿Que no me percataría de cómo Mikasa se comporta cuando se habla de Eren o cuando va a ese árbol? Los dos son tan obvios que...

—Pero... —A Armin no le sorprendía que lo hubiera descubierto, como lo había hecho cuando descubrió que era el titán Colosal—. Pero es como si yo lo hubiera asesinado...

—No, no me vengas con simbolismos —atajó, poniendo los ojos en blanco—. Decidiste asumir una responsabilidad que no te competía porque te superó la culpa y estás empeñado en ser un mártir empedernido. Usas esto para inflar tu ego porque tu autoestima siempre está por los suelos.

—Estás siendo cruel... —susurró Armin, pero no podía enfadarse porque ella, de algún modo, tenía razón.

Sin embargo, las manos de la chica temblaban, su respiración estaba apenas agitada y sus ojos estaban anegados. Comprendió que a ella le costaba pronunciar esas palabras, quizás más de lo que a él le costaba escucharlas.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? —preguntó de nuevo ella, sin reparar en cómo su pulgar trazaba círculos sobre el dorso de la mano de Armin.

—... —Armin separó los labios, de repente sobrecogido por las emociones—. Yo... —Bajó la mirada, incapaz de comprender el nudo en su garganta—. Te... —Apretó los labios, incapaz de formular lo que, por una vez, su corazón quería decirle—. Solo te quiero a ti... Estar a tu lado... Es lo único que he anhelado todos estos años, desde el día que nos separamos. Sin embargo, no puedo obligarte a ello.

Un sitio seguro || Armin Arlert x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora