—¡Mamá!
Armin curvó los labios cuando el cuerpo de Connie impactó contra el de su madre. Pese a su tamaño, pareció encogerse para que ella lo acunara. Sus hombros temblaban mientras se aferraba a ella y dijo:
—Lo siento. No pude hacer nada por la aldea y...
—Estoy orgullosa de ti —dijo ella, acariciando su rostro—. Has crecido mucho. ¡Y saber que cuando te fuiste apenas eras un poco más alto que yo!
Connie rio muy a su pesar y se enjugó los ojos para poder verla bien. Esta vez la abrazó con afecto y permanecieron así varios segundos. Armin no sabía si se estaban susurrando algo y se sonrojó por haber estado espiando cuando su novia lo haló suavemente de la mano para darles espacio.
Estaban escondidos entre los escombros de una atalaya que permanecía en el puerto, al parecer era un recuerdo simbólico del Retumbar. Fuera lo que fuera, porque Armin no recordaba realmente nada tan irrelevante de ese día, agradecía que estuviera ahí y les sirviera de escondite temporal hasta que atardeciera un poco más y pudieran abordar en el barco que Mikasa había preparado para todos.
Para ese entonces, imaginaba que varios periódicos y personas del pueblo estarían reunidas en la plaza central de Sina para escuchar el comunicado urgente de la Reina. Pronto Anka saldría a la luz y después de eso se desataría el caos. Sin embargo, Armin esperaba que no estuvieran ahí para verlo.
Todos esos años había recorrido los países del continente para asegurar el bienestar de Paradis una vez cesara su estado militar. Había muchos países que, para su sorpresa, querían firmar tratados de paz o armisticios; sin embargo, él no tenía autoridad sobre nada de Paradis y no sabía siquiera si su cargo como Comandante tendría algún valor en algún sitio del mundo como para permitirse tomar decisiones de esa envergadura.
También había visitado otros continentes. En los sitios más alejados, el Retumbar no había llegado y había países que lograron salir indemnes. La aniquilación de casi toda la humanidad había despertado un sentido de solidaridad que le hubiera gustado que Eren viera. Porque si bien el mundo más allá de las murallas no era el que habían soñado, había mucho por descubrir.
—Allá están —susurró (T/N), que estaba sentada junto a él con la cabeza apoyada de su hombro, mientras dejaba de estrujarse los dedos para señalar un barco que había encendido las luces en medio de la calima—. Iré a hablar con ellos.
—Vayamos los cuatro —dijo Connie, luego de sorberse la nariz—. Vámonos de aquí antes de que sea demasiado tarde.
Nadie tuvo que decir nada para que estuvieran de acuerdo. Después de todo, sería difícil convencer a muchos eldianos de la disminución del odio de la humanidad hacia ellos. Del mismo modo, tampoco era como si todos los roces se hubieran resuelto, porque había personas que culpaban a Eren de todo porque era difícil asumir la culpa de los pecados de sus ancestros, del odio acumulado de generaciones. Aunque Armin tampoco condonaba a su mejor amigo, porque lo que hizo no tenía perdón.
Llevaba apenas una maleta que compartía con su novia, la ropa necesaria para cambiarse un par de veces y algunas provisiones. Estaban huyendo, así que no había tiempo para las vanidades.
Fue la señora Springer la que se acercó a uno de los miembros de la tripulación y le explicó por qué estaban allí. El hombre la escuchó hasta encogerse de hombros y hacerles señal para que se subieran. Ninguno se hizo rogar y marcharon hacia la pasarela, agradeciendo que la mayoría de las personas del puerto estaban concentradas en las noticias que pasaban por la radio sobre la conferencia de Historia.
—Subiré yo primero para ayudarla, señora Springer —ofreció (T/N) mientras se las arreglaba para no resbalarse.
La embarcación no era tan grande como le hubiera gustado, pero se conformaba. Quería soñar con un futuro mejor junto al hombre que le prometió esa vida. Bastaba con dar un par de buenas zancadas para subir a bordo, así que, una vez en cubierta, la chica extendió las manos para ayudar a la señora.
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Un sitio seguro || Armin Arlert x Reader
FanfictionCuando Armin y sus compañeros deciden embarcarse al otro lado del mar para infiltrarse en Marley, Armin jamás imaginó que él, precisamente de todos, se perdería en el primer día. Aunque en sus planes no estaba terminar en una tienda como jamás la ha...