Septiembre 16, 2005. Viernes.
Realmente se sentía muy enfadada, incluso sus mejillas se sentían calientes, entre el enojo y la ira. Ni siquiera por se su cumpleaños sus hermanas le daban paz. Le dejaron una lista de cosas por hacer, y de paso ella misma tenia que ir a comprarse su pastel de cumpleaños... Así es como dicen amarme.
Estaba caminando con las agujetas sueltas, y lo sabía, pero estaba tan enfadada que ni siquiera tenia ganas de atarlas.
Se distrajo un poco cuando de pronto se escucho un grito. «¡Cuidado!». Intentó correr, pero cuando menos se lo espero, ya estaba tirada en el piso, un niño paso junto a ella a toda velocidad en una bicicleta, y otro llegó corriendo y la miro riendo a carcajadas.
—Pequeño demonio. No te burles —en su intento por levantarse las agujetas se enredaron y volvió a caer, y el niño rió aun mas fuerte.
>> AGH, tonto —cuando por fin pudo ponerse de pie se sentía avergonzada y aún más enojada, tenia ganas de llorar, pero le daba vergüenza hacerlo. Tenia las palmas de las manos ardiendo y en sus rodillas comenzaba a aparecer un poco de sangre.
—Lo siento —de pronto el niño fue quien parecía a punto de llorar, al mirarlo lo reconoció como el hijo menor de sus vecinos, los dueños de la tienda, hermano de uno de sus compañeros de clase, un chico bastante desagradable—. ¿Te duele?
—Claro que me duele, de paso en mi cumpleaños. Ahora raspada, ¿Que más puede pasar hoy? Mierdaa.
Él la miraba con culpabilidad, y en parte ella sabia que no debía ser tan grosera.
—Perdón.
—No parezcas cachorro regañado, no es tu culpa —intentó calmarse—. Ten cuidado al cruzar la calle, las bicis también son peligrosas —él estaba haciendo expresiones tiernas—. Nos vemos.
—¿Tendrás una fiesta de cumpleaños? —por alguna desconocida razón el niño comenzó a caminar junto a ella.
—No.
—¿Por qué no?¿No te gustan? Mi mamá hizo un pastel para mi cumpleaños, fue hace unos días.
—Porque no. No tengo mamá.
—Lo siento.
—¿Es acaso tu culpa? —era imposible dejar su actitud borde—. Ve a casa.
Ya habían llegado a la tienda de su familia.
La verdad es que ya había perdido el animo de celebrar su cumpleaños, y menos tenía ganas de caminar a ir a comprar el dichoso pastel.
Quizá ese podía calificarse como el peor cumpleaños, al final del día sus hermanas la regañaron por no comprar pastel, y se fue a acostar sin cenar por el enfado.
Septiembre 22, 2005. Jueves.
Estaba regresando de la escuela con el uniforme lleno de refresco, lo único que quería era llegar a casa a llorar, entre las habituales burlas de sus compañeros, hoy le habían tirando "accidentalmente" su propio refresco encima.
—Muchacha, te estaba esperando —cuando iba pasando por la tienda, de un salto apareció frente a ella el niño de hace un par de días.
—¿Para que me esperabas? —lo miró con el ceño fruncido.
—Tengo algo que mostrarte —la tomo de la mano—. Vamos.
¿Desde cuando tenemos estas confianzas? Este niño es más raro que yo...
—¿Dónde vamos?¿Qué sucede?
La condujo hasta la parte trasera de la tienda.
—Lo siento, es un poco tarde. Pero feliz cumpleaños —él niño la miraba sonriente.
Entre las cajas y bolsas de la bodega de la tienda, estaba una caja de gaseosas usada como mesa, con un periódico de mantel, y un pastel pequeño decorado con flores verdes que se veían algo chuecas y encima una vela rosada, una bolsa de regalo, y un par de vasitos vacíos.
—¿Por qué...?¿Qué...?
—Si fue mi culpa que te cayeras ese día, perdón. Era mi bici, mi amigo estaba manejandola y estábamos jugando, no quería que te lastimaras en tu cumpleaños.
—No tenias que preocuparte por eso... Esta bien.
—De todas formas lo siento, y mi abuela dice que los cumpleaños son importantes y hay que celebrarlos, aún puedes pedir tu deseo, vamos vamos. Quiero pastel.
>>No me alcanzo para el refresco, solo tenemos agua —él hizo una muequita apenado—. Pero imagina que es refresco.
Ella soltó una carcajada, y después de su mala semana sintió que todo mejoró. Terminaron comiendo pastel con agua, y hablando de películas de súper-héroes.
—Muchas gracias por el pastel, eres muy amable —ella revolvió su cabello mirándolo con una sonrisa.
—También tienes un regalo —le paso una bolsa.
—Gracias, no tenias que molestarte.
—De nada, pero ahora me debes un regalo para mi cumpleaños.
—¿Qué? —ella rió divertida—. Pensé que esto era en gesto desinteresado.
—Me debes un regalo, así que ahora debemos ser amigos —él se encogió de hombros—. Porque mi cumpleaños es el próximo año.
—Esta bien interesado, seamos amigos —la acompaño hasta la puerta—. Gracias de nuevo, y nos vemos.
—Me llamo Pablo —lo escucho gritar cuando ella estaba cruzando la calle.
—Agatha —grito de vuelta.
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Buscando Un Beso [TERMINADA]
Teen Fiction¿Qué es más vergonzoso que no haber besado a nadie a los veinticinco? Obviamente no haber besado a nadie a los veintiseis. Quizá el problema de Agatha no es tan serio, no es una enfermedad mortal, ni una mínimamente, solo resulta ser un asunto verg...