Capitulo 10 Dulce licor.

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Capitulo 10 Dulce licor.

Nadie sabe cuánto daría para que sus palabras fuesen ciertas, jamás nadie sabrá cuánto me esta matando con una confesión tan vana; tan atormentado esta que no encuentra la forma de convencerme de permanecer a su lado, sé bien que esto le arruinará en gran parte sus turbios planes pero...

―Lo lamento...

―Te lo juro ―Insiste inclinado hacia mí sin liberar mi mano izquierda ―Te lo ruego, no lo hagas.

Un hombre tan orgulloso, tan frío, parece imposible que esté dando semejante espectáculo a quienes tanto odia, afligida niego, quiero creerle, muero por confiar en que si es sincero, que luego de todo esto se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos pero... no soy tan tonta, él declaro que jamás se permitiría amarme, incluso se burló abiertamente de que todos lo creyeran hartándose así de su astucia ignorando cuanto me estaba hiriendo con su crueldad y ahora... de la nada afirma que me ama.

―Alteza ―Con tristeza elevo mi brazo y acaricio su mejilla izquierda tomando aire y valor para romper definitivamente con esto que me esta matando ―Lo siento ―Niego con la mirada empañada ―Me encantaría que las cosas...

―No te dejaré ir Azura ―Promete cortando mis palabras, evitando así que termine definitivamente con esta relación que no nos beneficia a ninguno de los dos, él aprieta suavemente mi mano contra su mejilla ―No puedo hacerlo.

―Por favor... ―Se me escapa un sollozo al ver la agonía en sus ojos, al reconocer aquella inseguridad que jamás había visto en sus grises orbes que tanto me tientan a pecar, que tanto me cuesta dejar de lado, sé que si no lo hago hoy, que si desisto de la idea del divorcio no tendré otra oportunidad para hacerlo ―Deténgase...

―Te juro por nuestra hija que no estoy siendo honesto contigo ―Mi labio inferior tiembla ante sus palabras, y es que el recuerdo de nuestra hija es doloroso, un dolor pulsante que no he podido desahogar por la falta de intimidad, de soledad ―Sé que es difícil pero te lo imploro Azura, créeme.

―Yo.... ―Gimo bajando la mirada hasta su pecho que es protegido por una armadura de color negro con un hermoso y feroz lobo tallado y acompañado por una triqueta muy pequeña, casi pasa desapercibida por el mismo gravado de color negro cuyas líneas disimulan muy bien los símbolos de protección ―No sé qué decir...

―Sólo di que lo pensarás mejor ―Acaricia mi mejilla con su mano aguantada ―No le des fin a lo nuestro ahora, dejame al menos luchar por ti.

―Pero... ―Niego deprimida, queriendo hacerlo y queriendo al mismo tiempo no seguir con esto ―Mi familia... ―Mencionarlos aplaca un poco mi determinación, acongojada por todo esto comprendo que aunque me apoyen ellos ni se imaginan lo que les espera, tener a una divorciada en su familia podría incluso arruinar el futuro de las siguientes generaciones ―Son excusas ―Me digo en un bajo murmullo admitiendo que estoy flaqueando, que ahora que lo escuché ya no estoy tan decidida como cuando entré por esas puertas ―¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? ―Pregunto conteniendo a duras penas el llanto ―Siento que es tarde...

―No lo es ―Se me escapa un tembloroso suspiro odiando que me esté rogando así, detestando esta situación y todo los que nos llevó a estar aquí ―Mientras nos amemos, jamás será tarde.

―¿Amor? ―Sin querer poso mi frente contra su barbilla, cierro los ojos discutiendo conmigo misma por lo que debo y quiero, una pelea tan ardua que el corazón a pesar de todo no cede ante la mente que dice que esto ya se acabó hace mucho tiempo, sin embargo él esta aquí, ignorando que todos nos están viendo y que apenas si nos escuchan, tan desesperado evitando que lo deje que no se da cuenta que esto tal vez sea lo mejor para los dos ―Estoy tan confundida ―Si no insisto en en divorcio... ―¡Dios! ―Si insisto después de esto estaré arruinada y muy seguramente Amira se convertirá en el blanco de las críticas de estas personas que tendrán más que suficiente para señalarla sin problemas una vida entera ―Papá... ―Llamo al hombre y mi temor crece imaginándolo en una seria situación por esto, él aparece en mi campo visual apartándome un poco del Príncipe

La maldición del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora