Capitulo 31 La intervención de un Caballero.
―¡Sir Robert! ―Lo llamo desde la distancia importándome poco si es bien visto que camine tan rápido, la situación es urgente, quien quiera que sea quien me envió esa carta quería ponerme nerviosa, alerta ―¡Sir Robert!―Vuelvo a llamarlo logrando que ahora si deje de lado el entrenamiento y se acerque a mí ―Usted...―Estoy sin aliento por lo que hago una pausa para calmarme ―Tengo que hablar con usted.
―¿Se encuentra bien? ―Se percata de lo mal que estoy, evidentemente no pegué un ojo en toda la noche, tuve que dejar mi escape para mañana por el contenido del papel que traigo en el bolsillo de mi falda, su contenido me tiene nerviosa, por más que lo pienso no doy con un posible responsable, hay varios sospechosos pero... sin prueba no hay delito. El caballero luce incrédulo de verme justo aquí, sé bien que suda, el entrenamiento es pesado para ellos y por eso es que se ve sucio y descuidado pero no me preocupa es más urgente la razón de mi presencia que el aspecto que tienen ellos mientras entrenan ―¿Mi señora?
―En privado ―Insisto cubierta por una fina capa de sudor, él frunce el ceño visualizando a sus acompañantes y luego me observa contrariado por mi comportamiento ―¿O prefiere que hablemos aquí? ―Dejo prever un tono de advertencia al hablar, estoy tan impaciente que me importa poco quien nos escucha, al fin y al cabo ellos son leales a mi esposo, son los aprendices a Caballeros, apenas unos niños y los he estado viendo, sé que son leales al Príncipe y aunque no han hecho su juramento estoy segura que para ellos eso ya es irrelevante pues en el momento en que comenzaron a entrenar todos sin dudar juran en silencio una lealtad absoluta a su señor ―Usted decide.
―Vayamos adentro ―Pide envainando su espada, camino deprisa volviendo al interior de mi casa hasta que estamos dentro del estudio que jamás he usado ―Alteza.
―Sea sincero por favor ―Pido sin preámbulos, para como estoy la paciencia es estorbosa ―Mi esposo... ―Apenas lo menciono él aparta la mirada ―Sé que algo sucedió, estoy segura de que mis sospechas tienen una razón de ser ―Pongo la carta encima del escritorio que yace vacío logrando capturar su atención ―Alguien me la envió ayer ―Duda en agarrarla pero lo hace, la abre con un gesto bastante serio, gesto que se torna sombrío al terminar de leer el contenido del papel ―¿Pretende seguir ocultando que algo sucedió con el Príncipe?
―Su Alteza se encuentra bien ―Maldigo para mis adentros odiando infinitamente que sea tan fiel a su compromiso ―Ya le dije que no debe preocuparse por él, recuerde que somos los Caballeros Siniestros...
―Y usted hace mal en olvidar que todos son ignorados y tratados mal por el resto ¿Acaso cree que soy tonta? Yo vi en VIP cómo los tratan, usted mismo casi pierde la vida por culpa de esos sirvientes que se creen más que ustedes, Azael está allá luchando por ellos y ¿Para qué? Para ser tratado como un perro por aquellos a los que protege ―Estoy entrando en la desesperación lo sé, pero que diga que mi esposo se encuentra bien cuando algo me grita que no es el caso comienza a volverme loca ―Por última vez Sir Robert ¿Cómo está mi esposo?
―Alteza...
―¿No dejara de mentir? ―Lo veo tragar grueso mientras aparta su mirada con vergüenza ―Después no diga que le causo problemas por gusto ―Señalo la puerta ―Deseo estar sola.
―Alteza ¿Quien le escribió...?
―Tiene el sello de mi padre ―Frunce notablemente el ceño antes de ver con sorpresa la insignia, niega perturbado para pasar a la preocupación en menos de un segundo diciéndome así que él también lo sabe ―¿Quien cree usted que la escribió?
―Es imposible que el Conde le escriba algo así a su propia hija ―Asiento reconociendo que tiene razón, mi padre jamás lo hubiese hecho, menos a su hija ―El Conde... ―Duda en hablar por lo que lo interrumpo y suelto las palabras que con dolor tengo atoradas en la garganta desde el mismo instante en que Lady Duline me lo dijo.
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La maldición del Príncipe
Historical Fiction¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...