Capitulo 17 Razones para volver a ti.

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Capitulo 17
Razones para volver a ti.

Hay tiempos de paz que aunque queremos no son duraderos, siempre se necesita una tormenta antes de la calma lo que es un circulo vicioso del que la humanidad se acostumbró, un mal necesario para creer que existe un Dios.

―Es la segunda carta que envió a mi padre ―Digo al aire comenzando a preocuparme por la prolongada ausencia de mi padre, el peso de la mala sensación esta tan cómoda en mi pecho que se me esta haciendo casi imposible ignorarla ―Lo raro es que él no me ha respondido ―Me acomodo en el sofá al sentirme exhausta, con tantas cosas por hacer no me había tomado un respiro hasta ahora que decidí que era el momento de responder a la correspondencia, la Baronesa me ha escrito un par de veces en las que solo una respondí y a mi padre, me temo que si no me responde le escribiré todos los días hasta que lo haga o hasta que madre decida confesarme qué fue exactamente lo que le sucedió, un Conde no puede desaparecer así por así sin que nadie lo note, además, mi padre es un hombre fuerte, protegido por sus Caballeros, no creo, me niego a pensar que algo malo le ocurrió ―Quiero dormir ―Pero al ver el cielo aún iluminado por el sol sé que no es posible y menos al ver que la Princesa Catalina viene con una canastas de hilos para tejer ―Odio tejer ―Suelto con fastidio al verla acomodar todo eso sobre la mesa, mi nueva amiga se echa a reír.

―Ya lo sé ―Niega con la cabeza ―Por eso traje sólo dos agujas ―Pongo los ojos en blanco, a diferencia de mi persona ella si ama tejer ―Lady Azura, sé que no demora en enterarse pero ya Lady Amira y yo resolvimos la situación con las jóvenes de la pelea ―La fresca brisa se siente bienvenida a esta hora de la tarde cuyo calor es algo sofocante ―El Rey pretendía venderlas como esclavas ―Atónita y llena de horror aprieto el abanico en mis manos, sabia que el Rey era alguien injusto, no en vano se ganó mala fama pero vender a unas mujeres por una simple pelea es exagerado.

―Maldito tiempo tan machista ―Siseo entre dientes ―Me parece una locura que le robe la libertad a unas pobres chicas que corrieron con la mala suerte de encontrarse con nosotras.

―Concuerdo con usted ―Lady Catalina mueve las agujas a las vez y termina mareándome, por más que veo no logro comprender cómo lo hace, esta joven tiene una paciencia infinita ―Lady Amira sugirió que las chicas fuesen enviadas a Beré, por lo que partieron a sus tierras hace un par de horas.

―¿El Rey esta al tanto? ―Se encoje demostrando con ese sutil gesto que la tiene sin cuidado sin el viejo cascarrabias se entera o no ―Pensé erróneamente que era la única que le sacaba canas al Rey ―La mujer a mi lado se echa a reír ―Me alegra saber que tengo una aliada tan tremenda.

Ambas nos reímos.

―El Rey y mi padre me obligaron a desposar a Xavier, debo confesar que al principio deteste a mi esposo, ser arrancada de mis tierras para ir a un país extranjero a ser intercambiada como un objeto para conservar la paz no fue para nada de mi agrado.

―¿Por eso huyó la noche de bodas?

―Si ―Responde agradecida por el agua de flor de jamaica que nos trae Mary ―Estaba sumamente asustada ―Bebe un poco de la refrescante bebida ―Creí que me encerrarían luego de la boda, soy la quinta hija de mi padre, el heredero apenas tiene ocho años, temo que mi padre estaba desesperado por la alianza ―Me mira ―El Príncipe Azael no le dio muchas opciones que digamos.

―Supongo que no.

―Fue entonces que el enviado del Rey, el General Durall decidió que era perfecta para el hijo menor del Rey ―Suspira perdiéndose en los recuerdos ―Intenté escapar durante todo el camino pero con tantas bestias y monstruos no fue mucho lo que pude hacer.

―Un mundo plagado de supuestos monstruos ―Murmuro con la mirada puesta en la jarra que contiene la roja bebida ―Me temo que no son más que criaturas poco comprendidas.

La maldición del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora