Jamás he tenido la sensación de pertenecer al Palacio, volver aquí no es más que un anestésico para mi libertad, uno que si activa la insulina que me mantiene alerta, dentro de los enormes muros del palacio me siento asechada, un conejo rodeado de hienas, cuando dejé el palacio hace 6 meses me sentí liberada y al mismo tiempo culpable por dejar a mi hermana en la boca del lobo, a pesar de que nos estuvimos escribiendo todo el tiempo sé que me ocultó muchas cosas, estoy al tanto de que fue hostigada por algunas Damas de la corte, dejada de lado durante los bailes que se celebraban y también sé que un par de ellas tuvieron la osadía de acosarla por orden de la Reina, de eso me enteré hace un par de horas cuando finalmente acepté hablar con Jenny, la joven apenas se enteró de que llegué no dudo en asistir a verme, estuvo esperando desde entonces en la escalinata de la casa Renacer, fue Zamira quién hablo por ella, alegando lo que ya sabia desde hace tiempo.
―Alteza, entiendo que esté enojada con Jenny, pero le juro por mi honor que ella no lo hizo con malas intenciones ―Levanto la vista de las cartas de Azael para posarla en ella, esperando a que continúe con su intervención, sabia que en cualquier momento lo haría, pero no esperaba que fuera tan rápido, apenas en la madrugada llegamos al palacio, dormí muy poco para ocuparme de ciertos asuntos, estaba por escribirle a mi terrible esposo cuando ella llegó y luego de verla tan callada sabia que algo iba a pedir ―Ella la ama, la respeta y desea protegerla, al igual que yo, ella está dispuesta a todo porque usted y Lady Amira estén a salvo, por favor Milady, Jenny se siente muy mal por lo que sucedió.
―De acuerdo ―Me levanto de la silla para acercarme a la ventana, no la veo desde aquí, mi ventana no da a la entrada principal de la casa Renacer ―Dile que puede pasar.
―Se lo agradezco Alteza ―Con emoción la entusiasta muchacha me envuelve entre sus brazos antes de salir corriendo a informar a Jenny del resultado de nuestra conversación.
―Ojala y todos fueran así de sinceros como lo eres tú, Zamira.
Luego de hablar un par de horas con Jenny admití muy en el fondo que yo habría hecho lo mismo, entiendo que tiene sus razones, según ella soy demasiado arriesgada y tiene razón, sin embargo no permitiré que vuelva a suceder, espero que estos meses le hayan servido para entender que por mucho que quiera ayudarme, informarle a mi esposo de mis pasos no es la mejor forma de hacerlo.
Justo ahora que observo en silencio a la Reina me doy cuenta del mal aspecto que tiene, gracias a mí, pasó noches enteras siendo atormentada, contraté personas para que le hicieran creer que las Brujas la estaban acechando por las noches, después de todo ella tiene su pasado con esas horribles mujeres así que darle una dosis de los que vivió Azael no me pareció mala idea, además, me falta desquitarme por lo que le hizo a mi hermana y por supuesto, la deuda por lo de mi padre sigue creciendo por lo que hasta con intereses se lo pienso cobrar.
―Hola Majestad ―Me burló de ella al verla abrir sus negros ojos y hallarme sentada en la silla junto a su cama, por su expresión puedo darme cuenta de que se está cuestionando mi presencia aquí, se ve tan sola que no dudó que sienta que está solucionando y sin embargo lo primero que hace es echarseme encima apenas cae en que si estoy aquí, me rio haciendo que se detenga en el acto cuando alzo mi daga en su contra, por ahí Jenny me explicó que estaba medio loca pero no me imaginé qué tanto ―Es muy grato su recibimiento Alteza.
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La maldición del Príncipe
Historical Fiction¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...