Capitulo 6 Un lugar rodeado de flores.

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Capitulo 6 Un lugar rodeado de flores.

―Está en cinta ―La confirmación a mis sospechas me cae como balde de agua helada, desde que el primer coagulo que salió de mi vagina lo sospeché, pero no me atreví a pensarlo demasiado, creí que estaba equivocada, rogaba en el fondo que lo estuviese y que un bebé no estuviese en mi vientre en un momento tan critico, esperaba con ansias que mi suplica fuese escuchada pero es evidente que fui totalmente ignorada por mi Dios asignado ―Dieciséis semanas ―El experto en medicina suspira ―Tiene una fuerte infección por la permanencia del feto en su cuerpo, lo siento pero debo...

―No diga tonterías doctor ―Sin embargo las lágrimas se escapan de mis ojos de forma silenciosa, sé bien la razón del temor en la voz del hombre, sin que lo diga comprendí que tanto sangrado no era normal, debía haber una razón para ello y aquí esta, la verdad que me esta doliendo aún más que ambas palizas juntas ―Yo no estoy en cinta, ya no.

―Alteza ―El médico suena sorprendido de verme despierta ―Tenemos que... ―Abro los ojos para verlo ―Lo siento pero tenemos que sacar el feto...

―¿Qué? ―Jadeo sintiendo que se me viene el mundo encima ―No... ―Cierro los ojos creyendo que ya no me quedan lágrimas por derramar ―Mis suposiciones son ciertas ¿Verdad? ―El médico asiente con cara decaída, sumergiéndome más en el pozo de mi miseria, desanimada, sin ninguna esperanza me dejo caer de lleno en la cama con la mirada en el techo, vacía, seca... derrotada ―Haga lo que tenga que hacer ―Murmuro temblorosa dejando fluir el dolor que me está matando, completamente desmoralizada por la anunciada perdida de mi hijo, uno que perdí... bebo el brebaje que Jenny me da para iniciar con las contracciones ―Al fin y al cabo ya nada tengo que perder.

―Princesa...

―Mi nombre es Azura Doctor, recuérdelo ―Con ayuda de mi querida ayudante me incorporo lentamente en la cama,al sentir una vez más ese maldito dolor de cabeza me quejo bajo por el escozor que los golpes de esos soldados dejaron en mi espalda ―Espero contar con su discreción, no quiero que nadie más se entere de esto... ―Seco mis mejillas percatándome de que mis manos están limpias, hace días no estaban tan limpias ―Una vez termine conmigo... ―Me esfuerzo por no seguir llorando ―Guarde el secreto... no quiero que nadie aparte de nosotros lo...

―Tengo derecho a... ―Giro la cabeza y sin querer se me escapa un lamento al encontrarlo recostado a la pared con los brazos cruzados y gesto oscuro y sombrío ―Saberlo, te guste o no eres mi esposa.

Chisto en son de burla ante eso.

―Hasta hace unas horas todos creímos que ya no era su esposa ―Aclaro de forma brusca pasando por mi rostro la húmeda la toalla que me entrega Ninna―Debería sugerirle al Rey que siga siendo así, para que no corra el riesgo Alteza, de que en un futuro vuelva a intentar asesinarle.

―Usted no escuchó nada ―Le advierte al médico quien me ve con sorpresa ―Su Dama ya le espera para el baño ―Se aproxima a mí para tomarme en brazos pero niego con la cabeza ―La llevaré.

―Puedo hacerlo sola ―Me pongo lentamente de pie pero caigo casi sobre él al hacer peso con mi pierna que hasta ahora me doy cuenta esta lastimada, suelto una maldición sabiendo que esta no es una buena señal, que mi pierna cediera así indica que me rompí un hueso o en el menor de los casos, que tengo una herida significativa.

―No le estoy preguntando si puede hacerlo. Le estoy diciendo que la llevaré hasta el cuarto de baño ―Me levanta con cuidado de no lastimar mi espalda ―Convenientemente todos los Magos del palacio tuvieron que partir hace un par de horas ―Dice llevándome en brazos hasta la bañera de agua tibia en donde me deja para que una llorona Jenny me atienda.

La maldición del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora