Capitulo 5 Por la maldición del Príncipe.

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Capitulo 5
Por la maldición del Príncipe.

―Demasiado silencio... ―Han pasado horas desde que hable con el Príncipe, horas sumida en tanto silencio que me esta volviendo loca, contar las imperfecciones del techo ya no me distrae y los sesenta barrotes de este cuartucho ya los he contado como cuarenta veces por hora.

En cualquier momento terminaré trepando por las paredes de este asqueroso lugar.

―Princesa Azura ―Me sobresalto al escucharlo, giro lentamente la cabeza para verlo de soslayo, al hacerlo vuelvo a mi posición demostrando así que no quiero ni verlo ―Quiero hablar con usted ―Chisto incrédula, indignada al ver que el imbécil que estoy segura tiene algo que ver en el lió en el que estoy metida, él yace a unos metros de mí esperando hablar conmigo ¡En serio pretende hablar conmigo! ―Lamento que el médico no viniera a verla, intenté por todos los medios pero...―Suspira frustrado, molesto ―Voy a ayudarla ―Promete aumentando mi furia ―Sé que su esposo no la merece... pero yo si ―Lo que me faltaba ―Haré hasta lo imposible por devolverle la vida que perdió por su culpa.

―Fue usted quien hizo que me casará con él ―Escupo el veneno que tengo atorado en la garganta ―Mírese en un espejo antes de culpar a otros por sus errores.

―No se imagina cuán arrepentido estoy, usted...

―Debemos llevar a la Princesa a asearse ―Anuncia una mujer cuya voz me es familiar ―Ella siendo una Princesa jamás debió ser encerrada en estos calabozos ―Por la forma en que lo dice parece que lo culpa a él ―Alteza... ―Se dirige a mí ―Venga con nosotras...

―No ―Respondo decidida y sin lugar a discusiones ―Fuera todos, si sigo siendo una Princesa es deber de ustedes respetar mis decisiones...

―Pero...

―¡Pero nada! ―Bramo poniéndome de pie de frente a ella ―No necesito la ayuda de nadie ―Eso va para el Príncipe Edwar ―Y no necesito asearme ―Eso va para la Dama superior de las Damas del castillo ―Así estoy bien ―La mujer se queda viendo mi aspecto con los ojos bien abiertos y llenos de horror, logro visualizar a Ninna entre las Damas por lo mucho que llora, aparto la mirada y la poso en la mayor de las mujeres ―Pueden irse ―Paso saliva con dificultad al ver el agua que llevan ellas en los jarrones, siento tentación de pedirles aunque sea una gota pero las reprimo, no puedo mostrarme débil o cansada, no ahora que estoy tan cerca de perjudicar a los verdaderos culpables, uno de ellos lo tengo en frente de mí viéndome como si estuviera intentando leerme el pensamiento.

―La Reina me ordenó prepararla para el juicio, no puede usted presentarse así ante el Rey ―Me mofo de esta situación tan oportuna, ella desea ocultar todo lo que hizo, es evidente que el Rey no esta al tanto de esto y que teme cómo reaccione si se entera ―Deje que hagamos nuestro trabajo.

―Si entran les juro por todo lo más sagrado que aunque sea lo último que haga no saldrán ilesas de esta maldita celda ―Advierto temblando sin control por la fiebre que perdura ―Estoy harta, no tengo nada que perder por lo que les recomiendo no insistan.

―Lady Azura, permita...

―¡Dije que no! ―Bramo jadeando por oxigeno ―¡Celador, sacad a estas personas de aquí!

―Mi señora, acaban de darme la orden de llevarla ante el Rey ―El pobre guardia luce angustiado ―Sir Robert, Sir Shan y el Duque del Alba la escoltaran hasta el Salón Real.

―Me parece bien ―Accedo sabiendo que el último de ellos intentará evitar que los dos primeros hagan algo en mi contra, por mucho que Sir Robert se portará como un ángel conmigo no evita que siga ordenes, después de todo él es un Caballero del Siniestro.

La maldición del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora