Capitulo
13 Gesto posesivo.
Jamás en el tiempo aquí imaginé que habrían personas tan ágiles, capaces que estarían dispuestas a convertirse en mis elementos de investigación o mis instrumentos para hacer daño, sé que ni Jenny se imaginó que para esto me entregó la carta, acá no hay nombres, no hay direcciones, lo único que hay son sellos, uno tras otro y huellas de sangre, demasiadas huellas con una una sola frase:
Lealtad absoluta y sin reservas a la Princesa Azura, para lo que ella quiera, cuando lo quiera y sin nada más que una frase para que hagamos lo que ella necesite.
―¿Quien te dio esta carta? ―Le pregunto a mi asustada sirvienta gravando en mi mente todos y cada uno de los escudos y las frases que debo usar en caso de necesitarlos para luego quemar la carta ―Ni una palabra de esto a nadie ―Pido dejando que el fuego consuma el pergamino ―No sabia que había tanta gente que odiara a la Reina ―Ver cómo se quema es satisfactorio, siento que con esto me iré por un camino lleno de puás pero también siento que es lo que necesito, y si es cierto no habrá nada que me impida proteger a los que amo y vengarme de los que me hicieron daño.
―Me temo que son tantos que no alcanza usted a imaginarlos ―Asiento con la cabeza recordando con tristeza a mi esposo, lo que sentirá cuando se entere de esto no será fácil de digerir, después de todo esa mujer es su madre ―Alteza ―Visualizo a Jenny y me doy cuenta de que esta mas delgada, triste y con unas muy marcadas ojeras bajo sus ojos ―Tengo algo que informar.
―¿Estás bien? ―Su mirada se empaña ―Dime que te preocupa.
―No es nada mi señora ―Sorbe su nariz huyendo de mi escrutinio ―Quiero informar que... ―Lame sus labios planchando con sus manos las inexistentes arrugas en la falda de su vestido ―Su excelencia, el Duque de Soria tuvo una fuerte discusión con su padre ―Esa noticia pone en alerta cada uno de mis sentidos ―También escuché que hay alguien amenazando a su Alteza.
―¿A mi esposo? ―Ella responde afirmativamente a mi pregunta ―¿Quien es tan osado para amenazarlo?
―Lo delicado aquí es que la están usando a usted para intimidarlo.
―¿Qué? ―Siento como si me hubiesen golpeado en el estómago ―¿Quien?
―No estoy segura, pero me temo que es esa la razón del que su Alteza doblara la seguridad en su casa.
―Si es el caso debo hacer algo ―Poso la mirada en la ventana ―No permitiré que me usen para amenazarlo, además ―Bajo los pies de la cama con la intención de pararme ―Si el Duque cree que permitiré que se enfrente a mi padre ―Niego ―Debo comenzar a usar sus debilidades a mi favor ―El rostro de Jenny es marcado por una clara expresión de horror, preocupación ―Intentaron arruinar a mi padre, mi madre estuvo en prisión injustamente, ellos asesinaron a mi hija e intentaron hacerlo conmigo ―Me pongo de pie explicando a mi joven amiga mis razones para convertirme en la piedra en el zapato de quien sea que quiera hacerle daño a quienes amo ―Mi madre pagó por la infamia que cometieron en mi contra, Baneva también sufrió ―Me acerco al armario pero lo pienso mejor y me siento frente a la peinadora para desenredar mi larga melena ―Es hora de dejar de ser la débil Princesa, si quiero proteger a mi familia debo convertirme en una arpía ―Me miro al espejo reconociendo una vez más que no soy esta mujer ―Pero primero... hay que hacer aliados.
―¿Aliados? ―Maldigo mi mala suerte, el que él aparezca así sigue tomándome desprevenida, antes lo hacia pero ahora, desde aquel día insiste en dormir conmigo todo el tiempo, tanto que lentamente a ido trayendo sus cosas aquí ―¿Qué haces fuera de la cama?
―Ha pasado casi un mes desde que estoy en cama ―Respondo con algo de duda recordando que en pocos días él se tendrá que ir ―Quiero salir ―La carta hecha cenizas llama su atención, para mi alivio no pregunta ―Ayer estuve todo el día con Amiguito, hoy quiero ver si puedo visitar a Sebastián.
ESTÁS LEYENDO
La maldición del Príncipe
Ficción histórica¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...