Capitulo 37 Capitulo 37 Osadía llena de imprudencias.
Por muy valiente que seamos siempre hay un temor habitando en el corazón, algo que evitamos, que descartamos, pero llega un momento, un pequeño instante en que nos hace cuestionarnos si merece la pena seguir ignorándolo o enfrentarlo sin importar el dolor de la verdad nos pueda destruir.
Agradezco que la lámpara apenas ilumine la habitación en estos momentos en que estoy inmóvil, con el alma hecha un hilo por su pregunta a la que no tengo la menor idea de cómo responder, Azael espera una respuesta, con paciencia estudia mis gestos, pero... ¿Qué puedo decirle? ¿Qué? Ser sincera no es una opción, me temo que no podrá comprenderlo y de hacerlo... ¿Cómo reaccionaria ante el engaño? Trato de lucir confundida por su pregunta que de por sí es rara, inusual, mi corazón palpita de prisa, tanto que lo escucho en mis oídos, una parte de mí me grita que sea sincera, que afronte la verdad de una buena vez y le explique con paciencia lo que ocurrió, cómo fue que terminé aquí envuelta en tanta locura, una por supuesto que aún me cuesta creer. La otra, la parte racional me dice que ni lo piense, estamos en tiempos raros, difíciles, si le digo quien realmente soy podría ser desastroso, con el tema de las Brujas, los monstruos y los demonios podrían fácilmente tomarme como una de ellos, algo que aunque lo explique mil veces jamás lo entenderían y todo por culpa del maldito del Profeta.
―¿Qué? ―Alejo mis manos de las suyas al sentirme a mí misma fría, nerviosa ―¿Qué clase de pregunta es esa?
―Seas quien seas, eres tú a quien amo, no a un cascaron, no a una imagen ―Trago grueso temerosa del significado de sus palabras, su bajo susurro cargado de promesa no calma el terror que gobierna el cuerpo que lentamente comienzo a olvidar que no es mío, siento ganas de llorar, de... la necesidad de confesar la verdad crece, se atora en mi garganta pero con terquedad la mantengo ahí aunque eso signifique morir asfixiada ―¿Cuál es tu verdadero nombre? ―Un jadeo entrecortado se me escapa, evito verlo a los ojos y me concentro en la llama de la lámpara, ciertamente no es muy interesante pero... me ayuda a huir de la intensidad del hombre frente a mí ―Entiendo ―En su voz hay cierta decepción, algo que me indica que ya lo sabe o que al menos sospecha, mi forma de hablar me delata, mi comportamiento, a lo mejor hasta mi entrega le han dado indices de que no soy común ―No importa ―Suspira consiguiendo que lo mire a los ojos para volver a esquivarlo, no me atrevo a decir nada y sin embargo mi silencio dice demasiado, él no es un hombre tonto, su terquedad es conocida, su astucia, no de gratis llegó tan lejos y descubrir que yo... descubrir que su esposa no es quien él cree puede acabar con todo lo que ha logrado pues... si delato mi verdadera identidad... podría ser ejecutada como una vil traicionera, justo así me siento ―Te amaré aún si fueses una alucinación, mi bella hechicera, seas quien seas nos perteneceremos hasta el final de los tiempos ―Bajo la mirada hasta mis manos con el corazón adolorido por la situación, por ser causante de su zozobra, él merece algo mejor, sinceridad pero...
El miedo me tiene paralizada.
―No entiendo la razón a tu pregunta ―Hablo al fin, puede que él piense que soy una impostora, ciertamente lo soy pero no del tipo que él cree, no soy su enemiga, no estoy aquí para arruinarlo, a lo mejor Azael piensa que soy una espía, en el peor de los casos creerá que soy una criatura que devoró a la verdadera Azura, a lo mejor supone que soy un monstruo y me está poniendo a prueba, por suerte no habrá método que funcione, si, soy una impostora, una usurpadora, pero no es a voluntad, eso desgraciadamente él no puede ni debe saberlo, temo que si se entera me aleje, si lo descubre... moriré sin remedio dejándolo a él con una idea errada de algo que no soy ―Soy yo a quien tocas, a quien ves ―Sujeto su mano y la poso sobre mi pecho a la altura de mi corazón para que me sienta, para que sienta un cuerpo que justo ahora detesto, me encantaría que me sienta realmente por quien soy, por mi cuerpo, siendo Sophía ¡Yo soy Sophía! No Azura... no la mujer que él toca, no soy la dueña del cuerpo a quien él le hace el amor, no estoy completa y es por eso que él... cuando Azura vuelva, él la amará a ella... él estará con ella ―Azael... ―Gimo presa de unos celos arrolladores, un impulso suicida acaba de cruzarme por la mente, imaginarlo así con ella... por un mero instante quise desaparecer a Azura... por un segundo quise incluso permanecer eternamente en su cuerpo sin importarme si ella lo exige de regreso o no ―Siénteme a mí, a la mujer que amas, soy yo ―Pido controlando mis impulsos suicidas.
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La maldición del Príncipe
Historical Fiction¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...