Capitulo 34 Correspondencia.
La carta de mi esposo sigue ahí en la mesa burlándose de mi disputa interna, un momento quiero leerla y al otro no quiero hacer más que tirarla a la basura, sigo molesta con él, cómo es posible que espere que me acepte lo que pide cuando debería saber mejor que nadie lo harta que estoy de estar encerrada, tengo un par de días luchando conmigo misma en un debate que me tiene entre leer o no el bendito contenido del sobre, en la mañana leí la que Zamira me entregó, no había nada nuevo en ella más que lo que Zamira me dijo cuando me la entregó, también recibí otra de madre, estaba exigiendo una razón del porqué es ahora ella quien tiene prohibido salir de Baneva, claramente intentó esconder el hecho de que Padre no sigue a su lado, por la forma en que escribió puedo deducir que sabe que lo sé, no es algo que pretenda confirmarle pero... lentamente dejará de ser un secreto que mi Padre fue asesinado de la forma más vil y cobarde que a alguien se le ocurrió, también comencé a circular noticias de su ausencia, difundir un rumor en el palacio es demasiado fácil, los empleados se interesan por los chismes y a medida que va circulando van agravando las cosas, lo que me recuerda el supuesto rumor que hay por ahí, uno en donde me involucran con el Rey.
―Que gentecita más repugnante ―Con fastidio miro la carta y me decido a leerla, ya que más da, en algún momento tengo que responder la correspondencia, así que al mal paso debo darle prisa ―Veamos...
Mi amada esposa, debo considerar muchas anécdotas al escribirte, estoy enterado de tus hazañas y sencillamente no logro comprender cómo es que en tu cabeza cabe la posibilidad de que permitiré que te expongas a un peligro innecesario cuando no he hecho hasta lo imposible porque estés a salvo.
Entre un monstruo y tú...
―Vaya, comenzamos fuerte ―Espeto entre dientes para luego seguir leyendo el contenido del odioso papel.
―Es mejor tratar con los monstruos, al menos ellos si los entiendo, me temo querida esposa que ni 100 de mis mejores hombres podrían mantenerte a salvo, parece que una de tus virtudes es la imprudencia.
―Lo que más detesto es que estoy escuchando su voz en mi cabeza mientras leo el papel entre mis manos
―Una cualidad que tercamente no deseas abandonar. Ni encerrando te en la torre más alta podría mantenerte a Salvo, tu mayor peligro eres tú misma, me encargaré de hacerte entender que mi deber esta por encima de tus imprudencias, por lo tanto mi amada hechicera, a partir de hoy usted comprenderá que los actos imprudentes tienen sus consecuencias.
―¡Aish! Definitivamente quiere volverme loca...
―Sir Shan partirá hacia el palacio a relevar a Sir Robert de sus funciones, temo que dejarlo un tiempo más contigo sería el fin de la cordura de mi pobre amigo.
―Vamos, ni que fuese tan tremenda, no es más que un tonto que no tolera ver que una mujer no se rige por las estúpidas normas que existen aquí, si se va... maldición voy a extrañarlo.
―Amada mía, espera mi regreso, te enseñare en privado las consecuencias de tus constantes descuidos, eternamente tuyo.
El Príncipe Azael.―Oh mierda ―Trago grueso a tal punto de que casi me atraganto por el fuerte cosquilleo que me estremeció ante su amenaza que para nada me disgusta ―Sabe cómo torturarme ―Siseo con el corazón a mil por su culpa, el calor en mis manos, mis mejillas tibias y mi cuerpo, todo él acaba de reaccionar a sus palabras ―Es evidente que lo echo de menos de todas las maneras que existen ―Musito pasando toda la saliva que hay en mi boca que se empapó ante las expectativas que ha creado tan divina amenaza ―Si ―Suspiro ―Definitivamente Azael quiere volverme loca.
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La maldición del Príncipe
Fiction Historique¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...