Capitulo 27 Un dolor por compartir.

74 10 0
                                    


Capitulo 27 Un dolor por compartir.

 ―Estoy muy agradecida contigo Amira ―Los niños se están alejando de nosotras mientras que dos caballo jala del carruaje que los lleva a Yarana ―Sé que son muchos, destinaré algunos donativos para que no se les complique las cosas.

―Descuida ―En el momento en que sujeta mi brazo me quejo llamando sin querer su atención ―¿Qué sucedió? ―Palpa el vendaje con claro nerviosismo por lo que maldigo mi imprudencia ―Azura...

―Estoy bien, es solo un rasguño.

―Eso no es un rasguño ―Protesta sin liberar mi brazo ―Quiero saber.

―Las cosas se descontrolaron un poco anoche cuando confronté a las empleadas del Refugio ―Sus manos se congelan en mi brazo ―Ellas ya están en el calabozo.

―¿Sabias que el Refugio es controlado por El Duque...?

―Si ―Respondo con calma ―Él fue arrestado anoche ―El pánico se apodera del rostro de mi joven hermana ―Descuida, no saldrá bien librado de esto.

―Azura...

―Fue algo que no planifiqué ―Jalo con delicadeza de mi brazo para sujetar sus manos ―Todo estará bien, no quiero que te preocupes por nada ¿Si? Tu deber es cuidar de que mi sobrino nazca perfectamente bien.

―Pero...

―Del resto me encargo yo ―Acaricio su vientre importándome poco si es adecuado o no ―Ya perdí a mi hija, no soportaría saber que tú pases por lo mismo ―Su mirada se empaña ―Debes cuidarte y tenerme en cuenta para lo que sea, en cualquier momento y a cualquier hora ¿Entiendes? ―Ambas nos abrazamos y el alivio que me recorre es un analgésico instantáneo para mis inquietudes ―Te quiero muchísimo Amira, jamás lo dudes.

―Yo también te quiero ―Con ternura seco la lágrima que baja por su mejilla derecha ―Ven acompañame, Sir Robert está por enviar un recado a Azael y quiero enviarle algo para que me recuerde.

―Dudo mucho que su Alteza necesite algo para recordarte ―Siento algo de calor en las mejillas por culpa de su comentario ―Es bien sabido lo mucho que te ama, por cierto ¿Qué le hiciste al Profeta? El pobre tuvo que pedir ayuda médica ―Se me escapa una carcajada delatando mi culpabilidad ―Azura...

―Una pequeña dosis de su propia medicina ―A la distancia logramos ver al Caballero que está atando algo a la pata del Aguila ―Sir Robert ―Extiendo mi mano para darle un pañuelo con mi perfume y una carta que escribí esta mañana para mi esposo ―¿Lo puede enviar?

―Si mi señora ―El hombre recibe ambas cosas sin verme ―Mi Comandante también le escribió hoy ―Anuncia dejando en mis manos otro sobre igual de arrugado que el anterior ―Si me disculpan ―Se aleja de nosotras hasta perderse entre los arboles.

―¿No te parece que Sir Robert estaba muy serio? ―Me vuelvo para verla sabiendo que es cierto ―¿Será que algo ocurrió?

―No creo, Sir Robert es serio por naturaleza ―Intento aligerar el ambiente ―Ven, vamos a comer galletas, quiero darte unas rosas azules que hice hace unos días ―Entrelazo mi brazo con el suyo ―Mañana comenzaré con mis estudios, dudo mucho que en los próximos días pueda hacer otro ramo, ya le dije a Zamira la dieta que debes seguir los siguientes meses, en unos días tú y yo comenzaremos con los ejercicios prenatales.

―¿Qué es eso?

―Una rutina que te ayudará a tener un heredero fuerte y saludable ―Entramos a la casa y seguimos hablando hasta que un par de horas más tarde ella se marcha ―Jenny ¿Cómo crees que terminó el juicio?

La maldición del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora