Capitulo 23 El temor que habita en mi corazón.
Todo luce sereno a pesar de la situación que se está desarrollando a lo que normalmente no es más de un par de días de aquí, los enormes muros de Tunebo me reconfortan, de una forma extraña comienzo a sentirme en casa y me gusta, después de Baneva, Tunebo es el lugar en que más segura me he sentido desde que estoy aquí, las personas que se encargan del mantenimiento y cuidado de las siembran giran a vernos, muchos de ellos se congelan para luego sonreír aparentemente aliviados al reconocerme, suspiro contemplando con calma mis tierras, recordando aquellos momentos en que luché para hacerme de un lugar aquí, el día en que usé el Zumaque venenoso para castigar a los saboteadores, cuando construí el Refugio, hoy con alegría puedo ver que todos mis esfuerzos rindieron sus frutos, Tunebo luce radiante, rebosante de vida y la mirada de sus habitantes es totalmente única, llena de vida, de esperanza y eso, siento que eso es la mejor recompensa de todas.
―¡Mi señora! ―Bajo la mirada encontrándome con la señora Clara rodeada de algunos niños justo en el momento es que cruzamos los muros, ellos estaban corriendo y por su expresión alterada entiendo que la señora Clara jugaba con los niños ―Oh por los Dioses, que alegría verla.
―Señora Clara ―Jenny baja de Amiguito y la sigo para poder acercarme a la amable anciana que luce radiante, feliz ―No se imagina usted lo feliz que me hace verla ―Recorro con la mirada la cara de los pequeños junto a ella ―Que niños tan guapos ―Éstos sonríen saliendo de detrás de ella ―¿Cómo están las cosas por aquí? ―Cuestiono sumergiendo bien adentro de mi corazón mi angustia, huimos de las instalaciones cerca del Monte Ganés hace ya un par de días, estuvimos cabalgando a todo lo que podían los pobres caballos hasta que amaneció, ahí fue que pudimos darnos un descanso cerca del lago, el joven aprendiz sin embargo no dejó de vigilar en todo momento y yo como una tonta insistía en ver hacia atrás esperando que Azael apareciera en cualquier momento, pero no fue así y no saber nada de él me está matando.
―Muy bien Alteza, Clarissa y Mairel estarán felices cuando se enteren de que está usted aquí ―La señora estrecha mis manos ―Estábamos sinceramente preocupados por usted.
Esbozo una tenue sonrisa reconociendo la razón de su tan profunda inquietud.
―Todo esta solucionado, descuide, fue un malentendido.
―Que bueno que así fue mi señora ―La mujer deja ir mis manos para señalarme a los niños ―Ellos son nuevos pequeños que estamos enseñando ―Explica ―Le confieso que no fue sencillo, de repente comenzaron a llegar uno tras otro hasta que nos vimos rebasadas, pero gracias a su ayuda y a los donativos de los comerciantes logramos solventar la situación ―Lentamente y seguidas por el joven aprendiz continuamos caminando y admirando los hermosos cambios que hicieron en Tunebo durante mi ausencia ―Cómo podrá ver Alteza, nos hemos esforzado para su regreso, espero que la sorpresa sea grata.
―Es hermoso ―Siento que voy a llorar ante tan hermosa vista, las casas lucen preciosas pintadas de colores cálidos, la plaza ha sido transformada en un pequeño bosque rodeado de cientos de flores, las calles están limpias, hay gente de un lado a otro vestidos limpiamente, también hay muchas tiendas nuevas y por ende más personas con posibilidades, Tunebo es totalmente diferente a lo que era cuando lo vi por primera vez y me gusta, es incluso mejor de lo que esperé ―¡Gracias!
―Es todo gracias a ustedes Alteza, sin usted y su Alteza Azael me temo que no habría sido posible...
Sonrío.
―Vamos, quiero ver...
―Mi señora, disculpe pero debemos continuar, mi Comandante me ordenó que usted esté en el Castillo.
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La maldición del Príncipe
Historical Fiction¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...