Volver loco a mi esposo durante mi viaje se volvió parte de mi diversión estos meses, pensé que sería complicado hacerlo pero encontré demasiado rápido cómo lograrlo sin mucho esfuerzo, una tarde durante mi estadía en la aldea del fruto me tuve que ir de prisa a la siguiente aldea para atender a unos enfermos ya que según la desesperación de Zamira, el Doctor estaba matando a los pacientes con un invento que jamas creí alguien podría aplicar a los enfermos, fue tanta su desesperación que sin pensarlo agarre a Amiguito y así, a lo loco partí sin darle tiempo a nadie más que a Sebastián y a Zamira de acompañarme, para cuando llegué me encontré con la horrible imagen de un medico atendiendo a un paciente con excremento, el ignorante estaba aplicando el residuo en las heridas de las convalecientes personas, en su tontería afirmaba que así los estaba ayudando a sanar, sin embargo lo que me encontré fue a un grupo de humanos muriendo por el desconocimiento de un hombre al que deberían prohibirle aplicar la medicina, lo más asqueroso es que me tocó encargarme del asunto, ya habían desarrollado Miasis, y es que la condición en la que estaban no era para nada la adecuada para su condición.
―¡Esto es un enfermo asqueroso! ―El hombre me mira con coraje, por su postura estoy segura de que quiere asesinarme y que la presencia de Sebastián, impide que lo haga―¿Es que acaso estudio un folleto en lugar del cuerpo humano?―Sigo gritando y no me importa, luego de dedicarme a los pacientes me vi en la obligación de enfrentar al anciano, semejante desquiciado no debe volver a atender a nadie más en su vida, desgraciadamente no es una practica nueva, mis informantes aseguraron que muchas personas habían muerto por culpa de los asquerosos experimentos del viejo, y es que, ha educado a tantos nuevos médicos que me preocupa el futuro de la medicina actual, ¿A quién en su sano juicio se le ocurre algo tan... repugnante? ―Es...
―Alteza, llevo más de cuarenta años siendo médico, mis practicas han dado buenos resultados...
―¿A cuantos pacientes ha salvado, usted?―Inquiero con firmeza, determinación a sacarlo del mercado de la medicina a cómo de lugar, la peste en mi cuerpo me obliga a apresurarme, de lo contrario terminaré vomitando hasta quedarme sin bilis ―¡Hable!
―Lo que usted hace es un peligro para los enfermos ―Chisto burlona y me siento con comodidad en la silla de madera, frente al viejo espero a que me explique cómo es eso de que arriesgo la vida de los pacientes, desde que llegué he aplicado mis practicas en primeros auxilios que se complementó con las lecciones de madre y todos los libros que bien he memorizado, mi método de sanación ha elevado el porcentaje de vida, tengo entendido que antes de mi llegada el promedio de vida era de 30 años para los sirvientes, los infantes apenas si sobrevivían al primer año y ni qué decir de las mujeres en Baneva, semejante insalubridad era asesina de la sana higiene, por suerte y aún en contra de las normas de la iglesia, en Baneva las cosas cambiaron muchísimo, al menos allá y en Tunebo la gente le perdió el miedo al jabón ―Lavarlos mientras están heridos les quita la capa de protección que evita que ellos agraven.
―Definitivamente me cuesta creer lo que estoy escuchando ―Echo una mirada a Zamira que está tan estupefacta como yo, la joven sabe tanto como yo de heridas, de métodos de sanación y todo lo que se necesita para salvar la vida de un paciente ―Usted ya no practicará la medicina ―Notifico al airado viejo que seguramente morirá de un infarto por lo que acabo de decirle ―¡Hagan saber, a quién ose aplicar estas practicas a los pacientes, se le revocará la licencia de medicina, es orden del Rey!
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La maldición del Príncipe
Historical Fiction¿Qué puede ser peor? ¿Que te rompan el corazón o que quieras retornar a cómo de lugar a tu verdadera vida? Creo que ambas. El hombre que amo me odia tanto que hasta que me quiso muerta, la vida que vivo sigue sin ser la mía y el mundo en el que est...