La vuelta a Maranello es dura pues los pilotos se encuentran más ansiosos de lo normal. Al parecer, la próxima carrera se disputará en casa, en Imola y los resultados de Bahréin, aunque no fueron malos, en Ferrari no se pierna lo mismo. En mi caso, Binotto me ha preguntado ya en varias ocasiones a cerca de la segunda equipación, por lo que, sin quererlo, me ha metido prisa para elaborarla.
—Dios mío...—dejo escapar un gemido mientras me dejo caer en el sofá.
El viaje ha sido agotador, sobre todo cuando Carlos se ha vuelto a comportar como si yo no existiera. No sé qué es lo que le ocurre, pero desde la fiesta de Lewis de anoche, no me ha dirigido la palabra. Lo que ocurrió en Bahréin me dejó desconcertada, pues dejamos en claro que lo nuestro era solo sexo y el hecho de que me dijese un "te quiero" me desconcertó. Me siento confundida, creo que Carlos me está empezando a gustar más de lo que pensaba, pero no puede gustarme. No debe. No puedo, no cuando no he conseguido llorar por Theodore. Cuando me dejó allí plantada, en las escaleras del Intercontinental de Bahréin sentí una gran presión en el pecho mientras observaba como entraba en un coche y se alejaba. Me molesta el hecho de que me esté empezando a gustar el piloto español. No puedo enamorarme, no ahora...no quiero enamorarme de él, pero el verle todos los días, con ese pelo azabache, despeinado, y esos ojos oscuros me lo pone muy complicado.
—¿Layla? —escucho unos golpes en la puerta.
Me quedo unos segundos quieta. La persona llama una segunda vez y me levanto con rapidez. «Quizás sea Charles», pienso mientras me dirijo.
Al abrir me encuentro al piloto español al otro lado. El chico aún tiene la ropa con la que ha viajado.
—Carlos, ¿qué ocurre? —pregunto mientras intento ocultar mi nerviosismo.
—¿Podemos hablar?
—Eso depende
—¿De qué? —pregunta con un gesto confuso.
—De lo que quieras hablar o de lo que se tenga que hablar —chasqueo.
El gesto del piloto se endurece y se ensombrece un poco.
—Si te vas a poner borde, paso de hablar contigo —dice mientras se pasa una mano por el pelo.
—Es que no sé de qué me vas a acusar —chasqueo la lengua.
—Mira pelirroja, cuando te relajes y quieras hablar como una persona normal, me llamas.
—Yo no tengo que llamar a ningún lado porque has sido tú el que ha venido en mi búsqueda.
El piloto aprieta los puños con rabia mientras ladea un poco la cabeza con un gesto de irritación.
—Eres un puto grano en el culo, Layla —dice.
—Uno cosecha lo que siembra, Sainz —lo encaro.
El piloto español y yo nos miramos, encarándonos. «Me gusta hacer que se enfade y se cabree».
—¿Qué cosecho lo que siembro? —me mira denotando incredulidad—. Yo no he hecho nada.
—¿Ah no? —me cruzo de brazos—. No fui yo el que se largó y me dejó plantada en la entrada del Intercontinental de Sakhir cuando intenté hablar contigo.
—No eres el centro del mundo, Layla —responde cabreado—. Tú crees que todo gira en torno a ti y que todos te debemos algo, cuando no es así.
—Yo no creo eso.
—¿Ah no? —él da un paso hacia delante y me encara.
—No —niego con la cabeza—. Te comportaste como un gilipollas desde el momento en el que nos vistes a Lewis y a mí caminar por el paddock el día anterior a la carrera.
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𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂 | 𝘊𝘈𝘙𝘓𝘖𝘚 𝘚𝘈𝘐𝘕𝘡
FanfictionEl borojó es una fruta originaria del bosque húmedo tropical del Pacífico colombiano, el sur de Panamá y del norte-occidente de Ecuador. La palabra borojó significa "fruta cabeza" (boro = cabeza; Ne-jo = fruta). Es un pequeño árbol de hoja perenne...