𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝒳𝒳𝒱𝐼𝐼𝐼

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    Noto como me dan varios besos en los labios. Suelto un quejido a la vez que me doy la vuelta para seguir durmiendo. A mi espalda escucho una pequeña risa.

—Nena —distingo la voz de Carlos—. Arriba.

—Hm —me quejo.

Noto como me da más besos y sonrío.

—Ly —me abraza y continúa dándome más besos—. Venga, pequeña, arriba.

—No —me quejo.

Noto como me desarropa un poco y me vuelvo a quejar. Cojo la colcha para volver a arroparme, Escucho una risa y después un suspiro. Noto como se levanta y camina por la habitación. De repente, lo noto meterse de nuevo, pero por la zona de los pies. Entreabro los ojos y veo al piloto sobre mí. Tiene el pelo despeinado y me mira con una sonrisa.

—Hola —saludo.

Carlos se ríe y me da un pequeño beso en la punta de la nariz.

—Buenos días —saluda.

Pongo mis brazos rodeando el cuello del español y miro sus ojos color chocolate.

—¿Has dormido bien?

—Siempre duermo bien cuando dormimos juntos —responde el español con una sonrisa.

Me acerco para darle un pequeño beso en los labios, pero él me ladea la cara. Frunzo el ceño y él me mira.

—No es que no quiera besarte, Ly —me mira—. Pero no me he lavado los dientes y...

—Me da igual —lo interrumpo.

Agarro el rostro del español entre mis manos y lo beso. Carlos se resiste unos segundos, pero termina siguiéndome el beso. Unos segundos después nos separamos, él me mira fijamente y paso mis pulgares por sus cejas oscuras. El piloto cierra los ojos y deja que le haga. Acaricio su nariz, esa nariz que él odia pero que a mí me gusta dar besos en la punta porque le da una personalidad bonita. Me fijo en sus pestañas, las cuales son largas y negras. «Que envidia».

Acaricio su mejilla, la cual está cubierta por un poco de barba.

—Te quiero —dice.

—Yo también te quiero, Carlos.

Una sonrisa aparece en el rostro del piloto al escuchar mis palabras. Me abraza y me da un beso en el pelo, pero después, se tumba llevándome con él.

—Deberíamos levantarnos, Fernando nos estará esperando —dice.

—No tengo ganas de levantarme, Carlos —respondo a la vez que escondo mi rostro en su pecho.

—Yo tampoco quiero trabajar, pero le prometimos a Fernando que íbamos a correr en la pista, y tú le tienes que dejar que se pruebe el traje.

—Es verdad —gimo.

—¿No te cae bien?

—No digas cosas que yo no he dicho, Carlos —me separo de su pecho y lo miro con el ceño fruncido—. Me cae muy bien Fernando. El otro día nos reímos mucho con él.

—¡Oye! —me mira intentando hacerse el ofendido, pero termina riéndose—. ¿Me vas a cambiar por él?

—¿Por Magic Alonso? —alzo una ceja—. Me lo pones difícil ...

—No me puedo enfadar contigo —hace una mueca—. Yo también querría tener a Fernando para mí.

Ambos soltamos una carcajada y Carlos me vuelve a dar un beso. Esta vez los dos sí que terminamos levantándonos. Nos duchamos juntos, pero terminamos follando por lo que ya nos retrasamos un poco más. Una hora después nos encontramos entrando en el Circuito de Fiorano.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂 | 𝘊𝘈𝘙𝘓𝘖𝘚 𝘚𝘈𝘐𝘕𝘡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora