Ya amaneció, al despertar de mi sueño quede observando el techo de la habitación por un momento. Meditando sobre todo lo que había ocurrido ayer, fueron un sinfín de acontecimientos que aun trato de asimilar. Primero esta chica llamada Úrsula junto con un profesor disfrazado de osito, luego toparme con Gerardo y ver como unos niños le arrebataran el bastón, para eventualmente llevarlo a su casa y encontrarme con una escena de película, el cual me vi involucrado como testigo de un asesinato, pero en vez de una persona se trataba de un matrimonio. Además de... Mi tarjeta de débito. No me queda mas alternativa que ir a buscar otra en el banco, de verdad no me gusta la idea de hacer esos fastidiosos tramites. Expulso un suspiro profundo «¿Algo más ocurrirá el día de hoy para darle un toque diversión a mi vida?» —Expresé con cierto fastidio—. Y como estrella fugaz no deseada tocan el timbre de mi departamento. ¿Quién toca el timbre de mi puerta tan temprano? —Pensé mientras me colocaba las pantuflas—. Mientras arrastro los pies me dirijo hacia la puerta, escuchando un maullido que aclaró todas mis dudas, di lo mejor de mi para no expresar la peor cara y giré la manilla.
—Buenos días vecina, ¿Qué se le ofrece?
—¡Buenos días! Supongo que debes de estar algo hambriento, es hora del almuerzo. —Dijo mientras cargaba una olla en sus manos—
—¿Almuerzo? ¿Qué hora es? ¿Y que trae allí? —Pregunto mientras trato de quitarme las lagañas de mis ojos—
—Preguntas mucho, se enfría la comida.
Y así como si fuera su hogar se adentro junto con sus gatos, no recuerdo como se llaman, pero el que nunca olvidare es a esa botita ya que entro con odio a pesar de ser un terreno ajeno. Empezó a espantarme mientras caminaba con cautela. Estuve de pie en el mismo lugar por un largo rato observando como mi presencia tiene tan poca autoridad. Cierro la puerta y trato de ignorar lo que anda ocurriendo, no pienso amargarme el día de hoy. Mi vecina en ese momento suelta un estruendoso grito que me asustó, al voltear veo que ella esta en la cocina ¿Tal vez alguna rata?
—¡Esto es un desastre! ¡¿Cómo puedes tener tantos platos sucios?!
—No debería de preocuparse, los lavare luego. —Respondí para calmar su conmoción—
—¡El problema es que no hay un plato limpio en tu alacena!, además tienes cajas de comita recalentada completamente vacías por doquier, parece incluso llevar muchos días allí... ¿De verdad te estas alimentando bien? Y mira esto... ¿Queso? ¿En serio te encuentras bien?
—He estado muy ocupado y...
—Nunca se esta demasiado ocupado para ser aseado, ¿No sabes que nuestro hogar refleja quiénes somos?
—¿Quién dice eso?
—Son los valores que te hacen falta aprender. Santo Dios, si tuvieras una novia estaría asustada por este despelote.
Y como si fuera regañado por mi madre, me mandó a desocupar la mesa del comedor que se encontraba ocupado con mucho papeleo: recibos de la luz, agua, gas. Facturas de ciertas compras y el pago del internet, folletos que me entregan en la calle y pequeñas anotaciones que hago para no olvidarme de algunas cosas. Ella por su parte empezó a lavar todos los trastes como también recogió todas las latas vacías y las colocó en una bolsa plástica. Mientras terminaba de limpiar, el olor de la olla que se encontraba cocinándose a fuego lento para no perder sus propiedades estando fría me tenía babeando.
—Ya puedes venir a colocar los platos y cubiertos sobre la mesa. —Dijo Marta mientras revuelve lo que se encuentra en la olla—
Coloque la vajilla sobre la mesa y se acerco junto con la olla, al colocarla en la mesa la destapa, el aroma a pollo acariciaba mi alma. Era una olla inmensa de arroz revuelto con pollo. Con su cucharon empezó a servirme en un plato.
—No se que tanto debes de comer, por ello prepare mas de la cuenta. —Comenta junto con su sonrisa—. Mi hijo solía comer bastante, así que asimile que tú también lo harías. —Añadió— Este es uno de sus platillos favoritos, de verdad que lo ama con locura.
A primera vista la comida se ve muy apetitosa, y el aroma preparaba por completo a mi estomago a repetir otro plato. Di la primera cucharada y me sorprendió lo delicioso que estaba. Desde ese día mi vecina y yo comíamos juntos todas las mañanas, nunca le pedí que me cocinara, pero tampoco podía negarme cuando ella se acercaba con sus diversos platillos.
Su compañía de a poco dejo de fastidiarme y solo se volvió rutinaria.
Me llegaba a sentir culpable por pensar que me andaba aprovechando de ella, le propuse que puedo comprar los alimentos y a su vez pagarle por todo lo que cocine. Se negó rotundamente dando a entender que solo lo hace porque quiere. Pero no podía dejarlo así y le sugerí dividir los gastos, me regañó y luego de molestarse conmigo en la mesa me dijo «Eres demasiado insistente chico, esta bien»
Por otro lado, mis días han estado un tanto estancados. No he podido avanzar en el trabajo y a pesar de que el profesor sea una persona descuidada y bastante extraña, se toma muy en serio su proyecto, y no estar a la altura de lo que espera de mí es un sentimiento que me aturde un poco, me siento demasiado sobrestimado, como si estuviera ante el escenario en espera de que todos vean mi gran show, no sé ni que debería hacer...
Para este espectáculo no creo poder dar a demostrar algún talento.
—¿Y ahora por que traes esa careta? —Pregunta mi vecina Marta mientras comemos, despertándome de mi burbuja de pensamiento—
—No es nada.
Su mirada de "No te lo creo" me atacó, intimidándome al mismo nivel que su gato.
—No he podido avanzar con el trabajo tanto como he querido, me siento estancado. —Respondí mientras jugaba con la sopa—
—¿Ves? No es tan complicado contar tus problemas de vez en cuando... ¿Ya le comentaste a tu jefe?
—Me ha estado invitando a ir a un museo todos estos días, y le he puesto la excusa de que ando demasiado ocupado en el trabajo.
—¿Por qué? —Preguntó de forma tajante—.
—No tengo tiempo.
Parece que algo le empezó a causar tanta gracia que sus mejillas se andaban tornando rojas.
—Tiempo es lo que te sobra. Debes de salir ocasionalmente de estas cuatro paredes para poder aumentar un poco más tu visión en esta vida. ¿Eres artista no? No puedes dibujar nada si te encuentras encerrado aquí, ve y conoce el mundo. Convive con las personas o terminaras arrancándote una oreja.
Ante esas palabras solo pude recordar la mirada de la chica del supermercado, aquellos ojos que despertaron mi inspiración. Después de todo mi vecina tiene razón, aunque me disguste salir de mi zona de confort, es necesario para poder avanzar como individuo, así sea convivir con el profesor toda una tarde...
—¿Qué ocurre? ¿Por qué quedaste viendo la sopa así de repente? —Preguntó preocupada—.
—Sinceramente creo que ando considerando la opción de cortarme hasta las dos orejas.
—¿Que?
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Mis tonos en tu lienzo
RomanceSteven es un Artista de 33 años de edad que perdió por completo su amor al arte. Viviendo amargado y bastante distante de cualquier responsabilidad afectiva, se ve envuelto en ciertos acontecimientos la cual se ve obligado a interactuar. Siendo uno...