Capítulo 3: Entre charlas y gatos.

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Mi vecina coloco algo de música, al parecer sus gustos se basan mucho en la salsa de antaño ya que son canciones de su época. Cuando las trompetas empezaron a sonar, empezó hacer un leve movimiento en sus hombros y me dijo:

—Sabes, en mis tiempos era el tipo de mujer que nadie podía controlar en la pista, recuerdo muy bien cuando Roberto, un ligue de ese entonces. Me dijo que esa noche en definitiva me dominaría pero para su sorpresa en el lapso de cuatro canciones se agotó y se sentó sin más. Lo mas gracioso es que aún me sentía con energía...

Aquí es donde me doy cuenta del error que cometí, ya que este no seria un viaje silencioso. Era demasiado tarde para retractarme del aventón y tomar un taxi, así que sin mas debía de ser cortés y platicar con ella.

Tenias que ver como David se acercó a mi para bailar. Roberto se encontraba completamente celoso, ya había bailado con tres chicos luego de que pidió un tiempo fuera. Y aun así te diré un secreto... Yo me encontraba con dolor en los talones, pero cuando andaba apunto de negarme a una canción más, ¡Sonó mi favorita! Así que tome dos tragos de ron y arrase en toda la fiesta. —Prosiguió entre risas —.

—Parece ser que disfruto todas las fiestas de su juventud. —Le exprese mientras andaba recostado muerto de aburrimiento—.

—¡Por supuesto! Pero todo en esta vida tiene su tiempo, y bueno. Por una lesión en mi rodilla se me hace difícil poder moverme como antes.

—Ya veo.

—¿Y tú? ¿Eres bueno bailando? —Preguntó de una manera pícara, tan pícara que me provocó escalofríos.

—Siendo sincero no me gusta el baile, tampoco las fiestas y mucho menos tomar. —Respondí—.

—Sabes algo, eres igual que mi hijo. Siempre me decía lo mismo, solo se encerraba en su habitación leyendo y estudiando de forma dura para cumplir sus objetivos además de que mantenía dos empleos, no tenía la obligación de hacerlo ya que su padre y yo teníamos como sustentar todas sus necesidades. Pero prefirió estar así ya que era feliz estando ocupado... Pese a que a veces me le acercaba para decirle «La vida es demasiada corta para solo vivir del trabajo» El solo me respondía «En estos momentos no tengo tiempo» Nunca me dejaba de sorprender cuando lo decía de esa manera, ya que era como si el fuera preso de su propia vida.

—Supongo que su verdadera felicidad se encontraba a donde él quería llegar. —Le comenté—.

—Al principio llegue a pensar lo mismo, ya que logro graduarse de Contador y con su mejor amigo lograron emigrar a Estados Unidos para una mejor oportunidad de trabajo, a los meses llegó a conocer a una chica, en poco tiempo se casó y tuvieron un hijo. Cuando me di cuenta que...

En ese momento frenó de manera brusca debido a que un conductor se comió el semáforo. Acto seguido veo como baja la ventanilla y empieza a gritar:

̶ ¡¿Qué te ocurre imbécil?! ¡Espero que la próxima vez que te comas un semáforo sea por el orto hijo de...!

Tan amable que aparenta, pero su manera de insultar da miedo...

Cuando me di de cuenta. —Prosiguió con sus chakras alineados—. El se encontraba completamente ahogado de responsabilidades, evidentemente el ya estaba acostumbrado a mantenerse ocupado, pero me entristece ver que solo vive para los demás y no para si mismo; suele mandarme fotos de mi hermoso nieto diciéndome los logros que ha cumplido. Nunca puede llamarme así que me explica alguna brevedad en mensajes, pero ya quisiera verlo en persona y poder abrazarlo nuevamente, hace cinco años que no he podido verlo y sabes... También me conformaría con una pequeña llamada, pero el trabajo es primero. Además de que viene otro nieto en camino y espero que sea niña. —Expreso con una sonrisa—. Pero a todas estas ¿Crees que ser esclavo de la sociedad es la felicidad propia? Aunque te llenes de dinero, de lujos, de muchas comodidades, no tiene tiempo de poder disfrutarlo con su familia, es por eso que me preocupa pensar que vive exhausto.

Mis tonos en tu lienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora