𝒱𝐼𝐼𝐼

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Beomgyu se levantó debido al gato que se encontraba observándolo y chupándole la nariz.

– ¿Tú? ¿Otra vez? — Rascó sus ojos. – ¡Pero si ayer te di de comer a la misma hora! ¿Por qué no levantas a alguien más? Aparte todavía es de madrugada.

Caminó hacia la cocina y le sirvió un poco de alimento para después servirse un vaso con agua y comer una manzana.

– Ni siquiera sé qué hora es. – Azotó su cabeza en la mesa de madera y rápidamente la sobó.

– Auch, eso dolió ¿no? Buenos días.

Beomgyu dirigió la mirada hacia arriba y observó a Yeonjun quien le dedicó una dulce sonrisa.

– ¿Qué hace aquí? – Preguntó mientras se levantaba de la silla para hacer una reverencia.

– Por favor no lo hagas, está bien así. – Impidió Yeonjun. – Me desperté temprano y pensaba dar un paseo.

– ¿A esta hora? – Preguntó Beomgyu para responderse inmediatamente. – Claro, nadie lo busca y lo molesta, ¿cierto?

Yeonjun solo asintió y se agachó a acariciar al pequeño gato. – ¿Quieres venir conmigo?

– ¿Yo? – Preguntó incrédulamente el jardinero. – No le dirá al gato ¿verdad? Que tonto.

El príncipe solo se limitó a reír y le indicó con la cabeza que salieran juntos por la puerta trasera.

– ¿A dónde vamos a ir?

– Esperaba que me llevaras a algún lugar cerca de aquí, no conozco mucho de los alrededores... sólo el pueblo y ya. – Yeonjun admitió apenado.

Beomgyu volteó a ver con sorpresa al príncipe y le dedicó una gran sonrisa. – ¡Vamos!

Tomó su mano y comenzaron a correr rápidamente, podía escuchar los jadeos de Yeonjun, pero también podía sentir su sonrisa, aunque no la viera.

Él corazón del jardinero latía demasiado rápido y no entendía por qué, sabía que correr le iba a ocasionar una reacción física, pero eso no era lo que estaba pasando en ese momento. Todo su cuerpo estaba emocionado y no tenía una respuesta por la cual lo estaba.

Después de correr, lo que pareció una eternidad por él bosque, llegaron a la cortina de lianas, que era como Beomgyu les llamaba, y se detuvieron.

— ¿Es aquí? — Preguntó Yeonjun con un tono ansioso en su voz.

Beomgyu sonrió para sí mismo y abrió lentamente la cortina.

La cascada era de un color violeta, o al menos así la veía Yeonjun, la luz de la luna iluminaba las flores a su alrededor que variaban sus colores entre rosado, lila, rojo, amarillo y azul eran hermosas, era lo más hermoso que sus ojos hubieran visto.

Sorprendentemente, Beomgyu no observaba el paisaje, observaba a Yeonjun sonreír y correr por el pasto.

— ¿Cómo pudiste guardar esto como un secreto? — Preguntó Yeonjun corriendo hacia él.

— No lo trataba de guardar... solamente no tenía a quien enseñarselo. — Beomgyu dijo un poco tímido. — Cuando era niño, me solté del agarre de mi padre y seguí la silueta blanca de una mujer y me enseñó este hermoso lugar... a veces pienso que era mi madre.

Yeonjun observaba cómo Beomgyu veía la cascada con melancolía y sintió tristeza por él. Pensó que también era un chico solitario y que ambos se encontraban rodeados de personas mayores todo el tiempo sin tener algún amigo, a excepción de Soobin, pero él no era amigo de Beomgyu.

El príncipe le golpeó con el hombro llamando su atención. — Gracias por enseñarmelo, quiero venir aquí siempre ahora...

— ¡Majestad debería traer a su próxima esposa aquí! Yo puedo arreglarlo todo para ustedes solamente y que lo disfruten. — Interrumpió Beomgyu al príncipe. — Ella será su esposa, ¿no?

Yeonjun cerró la boca y le sonrió.

— Dime Beomgyu, ¿sabes nadar?

El príncipe comenzó a quitarse su ropa lentamente.

— ¡Majestad se puede enfermar! Pónganse la ropa otra vez. — Nervioso, Beomgyu recogió del suelo la ropa torpemente y agachó la mirada. — No sé nadar.

La mano cálida del príncipe tomó por sorpresa al joven jardinero, quien lo miró incrédulo.

— Ven, quítate la ropa y te voy a enseñar a nadar.

I know places // YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora