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Beomgyu veía la luna alumbrar todo su pequeño lugar secreto.

Todo el mundo estaba en la fiesta y no creía que lo fueran a necesitar, podía encontrar un poco de paz ahí.

Caminó hacia la cascada y se sentó al borde de esta con sus brazos alrededor de sus piernas; el sonido de la misma lo tranquilizaba, pues después de mucho tiempo no estaba congelada y hasta pensó que podría meterse a nadar, pero, a decir verdad, todavía le daba miedo y pensar que Yeonjun no estaba ahí para ayudarlo o burlarse, lo deprimió.

— Lo detesto.  — Dijo con ojos llorosos y abrazándose a sí mismo. — Él está allá casándose, preparándose para ser el rey y yo estoy aquí... llorando y rogando por un final feliz que nunca voy a tener.

Comenzó a sollozar. — Sólo soy un jardinero ¿no? Un jardinero más y reemplazable y nunca voy a salir de ese papel, esto estaba destinado a pasar... yo tenía que sufrir y cumplir mi función en esta historia. Un crimen... Pues el único crimen que cometí fue enamorarme de él.

El sonido de la cascada inundaba la mente del chico haciendo que se fuera calmando de poco a poco. Era una sensación linda, como si estuviese descansando.

Tallaba sus ojos cuando sintió algo frío sobre su nariz, apartó sus manos y observó como la nieve comenzaba a caer lentamente sobre él y el lugar.

— La primera nevada... lo recuerdo muy bien. — Sonrió mientras pensaba en sí mismo y el príncipe bailando en su balcón bajo la luz de la luna con la nieve cayendo sobre ellos.

— Yo también lo recuerdo bien.

Beomgyu se levantó bruscamente y observó al príncipe acercarse bajo la luz de la luna con un ramo de rosas en la mano izquierda.

— Yeonjun...

— Lo lamento. — Dijo acercándose un poco más y provocando que Beomgyu retrocediera. — Lamento haberte hecho daño de esa manera, lamento haber compartido este lugar con alguien que no eras tú, lamento haber besado los labios de alguien que no fueses tú, lamento no haberte curado cuando estabas herido, lamento haber sido un completo idiota. Por favor perdóname.

Beomgyu veía como Yeonjun lloraba y sintió tristeza por él.

— Yeonjun... yo...

— Beomgyu estoy completamente enamorado de ti. Quiero ir a donde tú vayas, quiero estar siempre cerca de ti, quiero compartir mi vida contigo, te quiero a ti.

Yeonjun se acercó a él, lo observó detalladamente y agradeció a los dioses por permitirle haber conocido en esta era a Beomgyu.

El jardinero temblaba y respiraba hondo para controlarse. Con algo de torpeza, se acercó a Yeonjun y le plantó un beso en los labios colocando sus manos en el cuello del príncipe haciendo que el último lo atrajera con una mano en su espalda.

— Este podría ser nuestro último beso. — Dijo Yeonjun interrumpiendo el momento. — Hay que recordarlo para siempre.

— Entonces hay que escaparnos. — Dijo Beomgyu tomando sus manos. — Con la fiesta lo más probable es que nadie lo note, podemos ir al campo y vivir juntos hasta envejecer, por favor.

— Pero... el trono... mi padre...

— Sé que la princesa Eunji será una excelente reina, ella sabrá manejar la situación. — Dijo asintiendo fuertemente. — Por favor Yeonjun, quiero estar contigo para siempre y vivir la vida que queremos.

El príncipe observaba los brillantes ojos del jardinero, podía observar su emoción y rápidamente se contagió de esta.

— Está bien, hagámoslo.

Ambos chicos salieron corriendo hacia el castillo y entraron por un pasaje que Beomgyu había encontrado unos días antes.

— De acuerdo, prepare sus mejores ropas y bueno, yo tomaré comida para el camino, lo veré en la cocina en 10 minutos y nos iremos de este lugar en la pequeña carreta de mi padre, ¿sí?

Beomgyu abrazó a Yeonjun haciendo que ambos corazones comenzaban a latir en unísono.

— No hay que perder tiempo, vamos. — Apresuró el jardinero apartándose para dirigirse a la cocina. — Sé que si usted no llega es porque cambió de opinión... por favor no lo haga, ya sabe... cambiar de opinión.

— Te amo Beomgyu.

— Y yo a usted.

Yeonjun corrió por las escaleras y al llegar a su cuarto tomó una sábana y colocó la mejor ropa que tenía para el invierno pensando también en su amado. Cerró el balcón que estaba abierto y observó su cuarto por última vez.

— ¿Va a alguna parte?

— Soobin...

— Sé que planea hacer, lo puedo ver en su rostro y lamento informarle que no puedo permitir que lo haga. — Se acercó a él y le arrebató la sábana de las manos. — Su padre... bueno, probablemente muera el día de mañana.

— ¿Qué?

— Lo confirmó ayer el doctor, no puede dejarlo en sus últimos momentos de vida y mucho menos renunciar al trono de esa forma tan despreciable... ¿por amor? Lo dudo, es solamente lo que piensa correcto ahora, pero se va a arrepentir de hacerlo.

— No hables sobre cosas que no entiendes.

— ¿No entiendo? Estoy enamorado de usted desde el momento que lo vi, ¿cómo no lo entendería? — Preguntó en un tono enojado.

— Porque tú amor nunca ha sido y será correspondido.

La mejilla de Yeonjun ardió durante unos segundos; la cachetada que Soobin había estampado contra su cara no se comparaba a nada que hubiese recibido antes, pero no lo detuvo de recoger sus cosas y dirigirse a la puerta con el objetivo de escribirle una carta a su padre antes de irse.

— Si tú te escapas con ese jardinero, me haré cargo de que vayan a buscarte y lo incriminaré y haré que a toda su familia la encierren de por vida y que él sufra el peor castigo ¿entendiste?

Soobin salió de la habitación dejándolo completamente solo en esta y con una decisión que tenía que tomar en ese instante.

La campana sonó indicando que habían dado las doce en punto y el príncipe se limitó a quedarse sentado en el suelo de la habitación.

Tenía dos opciones; una era ser egoísta y poner en peligro a Beomgyu y su familia y la otra era posiblemente la correcta.

El sonido de los caballos marcharse hizo que Yeonjun regresara a la realidad, con lágrimas desbordando de sus ojos se dirigió corriendo al gran ventanal del pasillo y observó cómo la vieja carreta se marchaba

— Te prometo que nos volveremos a encontrar. En cualquier vida, yo te amaré.

I know places // YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora