𝐼𝐼𝐼

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– Me voy a casar con quién me lo pidas padre, no tiene sentido que organices estas juntas que duran horas. – Comentó Yeonjun tranquilo observando el cielo desde la ventana. – Deberías estar descansando y no desgastándote en estas tonterías.

– Hijo, sólo quiero que entiendas porque lo hago, eso es todo. – Comentó el rey con un tono de cansancio. – Mi estado de salud empeora cada día... los doctores dicen que solo me quedan pocos meses de vida y necesito que tú tomes el trono.

– Lo hago, de verdad, no te preocupes. – Yeonjun tomó su mano y le regaló una sonrisa cálida. – Sólo quiero que seas feliz y puedas disfrutar lo que te resta...

Soobin entró a la habitación con una reverencia y procedió a hablar.

– La princesa Eunji llegará pronto junto con su padre, tiene que cambiarse lo más pronto posible majestad.

– Gracias Soobin, en un momento voy. – Agradeció y se puso de pie. – Nos vemos en la cena majestad.

– Yeonjun... por favor intenta conocer a esta chica, creo que te puede agradar y hasta podrías enamorarte de ella.

– Descansa papá.

El príncipe salió del estudio del rey y caminó por los grandes pasillos que dirigían a las escaleras, no sin antes salir a ver su jardín.

Las rosas inundaban su vista, las paredes de césped brillaban, su fuente estaba decorada y limpia al igual que la pequeña banca que había frente a esta y las estatuas de piedra se veían frescas.

Yeonjun aspiró el olor y sonrió ampliamente, un ruido que provenía de las rosas lo sorprendió y observó una pequeña cabeza color café entre estas mismas.

– Hola. – Saludó ocasionando que el pequeño jardinero soltara un grito. – ¡Lo lamento! No quise asustarte.

– Perdón majestad, no era mi intención gritar, pero es que realmente me asustó y yo estaba muy distraído y no noté su presencia, es un pecado ¿cierto? Por favor, no nos despida, me encanta trabajar aquí y arreglar su jardín, de verdad lo lamento mucho. – Beomgyu se encontraba de rodillas en el suelo, tenía la cara llena de tierra y algunas hojas en su cabello y el príncipe, podría jurar que vio una lágrima escapar de sus ojos.

– Beomgyu, no te voy a despedir, por favor levántate del suelo. – Yeonjun le brindó una mano y lo ayudó a levantarse, sacudió sus rodillas y le sonrió. – Por favor, no pienses eso, me encanta como arreglas mi jardín.

Yeonjun sostenía las manos de Beomgyu y él último se sonrojó por completo y pensó que tal vez si nunca hubiese encontrado esa cascada, el príncipe con el atardecer de fondo sería lo más hermoso que sus ojos habían visto.

– ¡Pero es qué el gigante dijo que hice un desastre! Y yo me preocupé porque quiero que su jardín sea el más bello de todos. – Beomgyu se soltó del agarre del príncipe y se cruzó de brazos, una buena excusa para disimular los nervios que el príncipe le había provocado.

Yeonjun estalló en carcajadas y observó al jardinero fruncir el ceño confundido, acto que le pareció muy tierno.

– No quiero ser grosero, pero ¿qué es tan gracioso? Él realmente dijo eso. – Exclamó y señaló el castillo.

– No te preocupes por Soobin, él es así y no es contra ti. – Le dedicó una sonrisa provocando que Beomgyu se sonrojara por segunda ocasión.

– ¡Majestad! Tiene que cambiarse. – Gritó Soobin desde el balcón de la habitación de Yeonjun.

– Hablando del rey de roma. – Se quejó Beomgyu. – Es un odioso.

– Tengo que irme, pero hablar contigo fue muy... ¿lindo? Sí, lindo. – Yeonjun se despidió sacudiendo la mano.

Beomgyu lo vio alejarse y algo dentro de él revoloteó.

– Tengo hambre, no he comido desde la mañana.

I know places // YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora