𝐼

1.4K 135 7
                                    

La luz del sol y el sonido de una voz cantando había provocado que el sueño del joven príncipe cesara.

Abrió sus ojos lentamente mientras que aquella dulce voz inundaba toda su recamara haciendo que se levantara y abriera su balcón para descubrir a quién le pertenecía.

El aroma a rosas le encantaba y ver su jardín lleno de estas mismas hacía que su corazón diera un vuelco todos los días.

– Buenos días – Saludó.

– Bu-bu-buenos días su alteza – Tartamudeó el pequeño jardinero dejando de cantar y haciendo una desastrosa reverencia.

Yeonjun, el príncipe, rio al ver como la maceta caía de sus manos provocando un fuerte estruendo.

– ¡Beomgyu! – Se escuchó a lo lejos el grito de un hombre mayor.

– Creo que te hablan – Observó Yeonjun.

– Sí, bueno, ese es mi nombre. – Comentó Beomgyu mientras juntaba la tierra en una pequeña montaña para después darse cuenta de que había sido igualado ante su príncipe. – Perdón su majestad, usted ya lo sabía, aunque no es necesario que lo sepa. Tengo que irme.

Beomgyu corrió dejando un desastre frente al balcón del príncipe y pensó que en cuanto terminaran de regañarlo tendría que volver ahí para recogerlo y no era una idea que le emocionara.

Por otro lado, Yeonjun solo reía al ver la tierra amontonada en una pila y los pedazos de maceta frente a su balcón y pensaba en la situación en la que podría encontrarse el hijo del jardinero del castillo. Era obvio que sabía quién era Beomgyu, era dos años menor que él y su padre siempre había trabajado para el suyo o al menos desde que Yeonjun tiene memoria.

Yeonjun pensaba en que a Beomgyu le había crecido mucho el cabello en poco tiempo. Apenas estaba comenzando el otoño y hace unos meses su cabello le llegaba arriba de las orejas, también había crecido en estatura, pero no era más alto que él y su piel se veía bronceada, puesto qué pasó todo el verano con su hermano mayor en el campo.

– Buenos días su majestad. – Escuchó la puerta sonar y salió de su pequeño trance.

– Adelante.

Un chico alto y con el cabello color negro estaba parado en el umbral de la puerta junto con tres mucamas.

– Hola Soobin, ¿Qué tal el día? ¿Ya viste mi jardín de rosas? – Yeonjun saludó acercándose a él recibiendo una reverencia por parte de él y las tres mucamas. – No es necesario que lo hagan todo el tiempo.

– Es un día muy soleado su majestad, si me permite preguntarle, ¿cómo ha dormido?

– No tienes que ser tan formal conmigo, al fin y al cabo, eres lo más cercano que tengo a un amigo.

Dos mucamas comenzaron a tender la enorme cama color vino, mientras que la otra preparaba la gran bañera color dorado para el príncipe y alistaba su ropa.

– Su jardín se ve hermoso, pero hay un pequeño accidente... le comentaré al jardinero que lo arregle lo antes posible. – Soobin habló mientras veía por el balcón. – Lamento decir esto a primera hora del día, pero hoy tiene una cena con su prometida y su padre pidió verlo lo más pronto posible.

Yeonjun suspiró en respuesta. – Prometida, ¿eh? No tengo nada en contra del matrimonio, solamente no tengo intenciones de casarme a esta edad...

– Lo lamento majestad, pero sabemos que si usted se debe de casar es por el bien del reino y no por algo más, sin olvidar que probablemente esté sea el último año de su padre con vida... Los doctores lo revisaron hoy y dicen que su enfermedad está empeorando.

– El baño está listo majestad. – Avisó la mucama.

Yeonjun talló sus sienes con cuidado para después suspirar y sonreír débilmente. – Sí... bueno, iré a bañarme y muchas gracias. – Se dirigió a la mucama. – En seguida bajo.

I know places // YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora