Capítulo 49

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THEO.



Entro a la habitación y el aroma a rosas inunda la habitación, miro asombrado las tantas rosas que hay y los lirios blancos que están a lado de la cama de Mar; me acerco a la cama y veo a Mar recién aseada y peinada, su cabello brilla a la luz del sol ¿Quién trajo todas estas rosas? Toco las rosas y se sienten tan suaves.

—Llegaron anoche, nos sorprendió a todos —volteo y ella esta parada en la entrada —Lamento lo que ocurrió ayer, no pensé que mis palabras causaría conflicto en tu familia —entra y deja sobre la mesilla el desayuno

—No es culpa tuya, mis hermanas suelen ser muy celosas y quieren demasiado a mi esposa —suspira y mira a mi esposa

—No entiendo la situación en la que te encuentras, debe de ser la cosa más horrible de sentir y no poder arreglarlo —agacho la mirada —Quiero que sepas que no soy alguien que interfiera en un matrimonio, se nota lo mucho que amas a tu esposa —mis manos sudan y con la mirada en el suelo veo sus zapatos blancos.

Toca mi hombro y se mantiene así, intentan reconfortarme.

—Hay veces en que no sé lo que hago o si lo estoy haciendo bien —levanto la mirada y sus ojos apenados me miran fijamente

—Es difícil tu posición así que no te juzgues tan duramente —quita su mano y pasa a mi lado.

Con cuidado inicia los ejercicios de Mar, esta tan inmersa en su trabajo que, pero se nota que aunque esta prestando atención, sus pensamientos se encuentran en otro lugar. Normalmente ella suele hablar mientras los hace, me cuenta sobre el trabajo y las muy constantes travesuras que hacen algunos pacientes, sobre las aburridas guardias de noche y los días que tiene de descanso, hemos estado así durante este mes, un mes que apuradamente pude terminar, aunque mis cordura esta haciendo de las suyas.

Hay veces donde las solitarias noches me llenan de amargos recuerdos y cansado busco en mis sueños a mi esposa, pero al cerrar los ojos, solo veo cosas que hielan la sangre, que me lastiman y me impiden ver la bella sonrisa de mi esposa, el brillo de sus ojos y me privan de escuchar sus muy audaces conversaciones, o sus halagos llenos de promesas que te incitan a rendirte ante el delicioso pecado.

Ella siempre supo que decir, siempre encontró la manera de hacerme sentir satisfecho, de darme la compañía con la que muchos solo pueden soñar, pero de la que ahora me priva cruelmente. Siento que constantemente lo suyo para poder avanzar, estoy en una carrera dónde estoy sólo y a un así corro el riesgo de perderla.

—Siempre que piensas en tu esposa, ignoras todo a tu alrededor, pero te pone de buen animó —regreso a mi realidad y ella esta sentada en el sofá

—Mi esposa me dio tanto que no me alcanzara la vida para regresárselo —palmea el asiento a su lado 

—Ven a desayunar —me siento a su lado, dejando una distancia prudente entre nosotros —El desayuno de hoy es delicioso, moví algunos contactos —ríe y jala la mesilla frente a nosotros 

—Se ve delicioso  —digo al ver lo panque de nuez y chispas de chocolate 

—¿Verdad que sí? La cocinera tiene buena reputación gracias a estos panqueques.

Toma uno y un gemido de placer sale de sus labios, me ve sonriendo y muerde de nuevo, se ve tan relajada, está siendo de nuevo ella.

—Que pena que éste será nuestro último desayuno, espero que al menos me saludes cuando vengas a tus citas —la miro sin entender a que se refiere

—¿A que te refieres? —me mira sorprendida y niega 

—Pensé que ya lo sabías —deja el panque en el plato —El doctor creé que ya que Marily puede vivir sin respirador, lo más conveniente es que se vaya a casa —mira sus manos nerviosa y luego a mí.

¿Llevármela? Pero si aún no saben que es lo que tiene ¿Cómo sabré que esta a salvo en casa? ¿Cómo pudo tomar esa decisión sin consultármelo antes? Molesto me levanto y dejo el panque en la charola, ese doctor es un idiota, no puedo llevármela así como así, no sin una respuesta concreta a su estado.

Camino por el pasillo hasta que lo veo en recepción, está acompañado de enfermeras que parlotean a su alrededor. Sus ojos se abren de sorpresa a penas me ven, sabe que lo sé. Se excusa y con paso rápido se acerca.

—¿Cómo pudo tomar esa decisión sin antes decirme? Estamos hablando de la vida de mi esposa, no puede simplemente decirme que debo de llevármela a casa —siseo y él suspira 

—Entiendo su frustración, pero ya no hay más que podamos hacer, ella esta bien...

—¿Qué está bien? ¡Ella esta en coma! —grito y los presentes nos ven —Ella tiene que quedarse y recibir la ayuda para sanar y volver —lo señalo y apenado mira a los presentes y al final a mí

—Solo nos queda esperar a que despierte, puede hacerlo ahora o dentro de unos años, eso no lo sabemos —toca sus cien —Puede que ella no vuelva señor, Evans, necesita estar preparado para cualquier acontecimiento —incrédulo retrocedo

—Tiene razón ustedes no pueden ayudarme, me llevaré a mi esposa a un hospital dónde si la puedan ayudar —me alejo lleno de ira contenida.

¿Cómo se atreve a decirme eso? Cómo pensar que mi esposa no volverá, es un incompetente, pero conseguiré ayuda en otro hospital, alguien me dará las respuestas he incluso la cura para traer a mi esposa de vuelta.

Abro la puerta de golpe y veo a John dentro, guardando las cosas de Mar en su bolso de viaje ¿Pero...?.

—¿Qué estás haciendo? —me mira de reojo y sigue guardando todo —No toques las cosas de mi esposa ¡Te dije qué...!

—¡Es suficiente, Theo, todos sabíamos que esto pasaría! —grita y tira el bolso al suelo —No eres el único que la esta perdiendo, todos la estamos pasando mal y preferimos tener a Marily con nosotros —sus ojos se cristalizan y toma con fuerza los barandales de la cama

—Ella es mi esposa, soy yo quién va a decidir cuando dejar de luchar —niega y su mandíbula se tensa 

—Marily solía decir lo mismo, que tú eras su esposo y siempre haría lo mejor para ti, pero ¿Esto es lo mejor para ella? —mis manos se vuelven puños —Llevémosla a casa, dónde le gustaría estar, rodeada de sus hijos y de las personas a las que ama y más que nada de ti —me abalanzo contra él y lo tomo del cuello de su camisa

—Ella es mi esposa y no me rendiré, buscaré otro hospital y...

—El que vuelva a casa no quiere decir que te estás rindiendo, pero sus hijos la extrañan, estando en casa ellos podrán verla todo el tiempo y tú volverás a la normalidad, serás de nuevo tú —sus ojos rojos por fin ceden antes las lágrimas retenidas 

—Yo no puedo rendirme, si la llevo a casa cómo esta; solo mostraré que he fracasado y que mis promesas solo fueron humo —quita mi mano de su ropa

—Nadie cree eso, todos estamos de acuerdo en que ella vuelva a casa, es por eso que Liana me mando, sabía que podría ser la fuerza que necesitas —me abraza y siento como su corazón late agitadamente, justo como está el mío.

No quería que regresará a casa así, quería que ella entrara por si misma, riendo y llorando de felicidad, pero no puedo cambiar las cosas, no puedo hacer que vuelva solo con desearlo.

REDENCIÓN © (Tercera parte de AMOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora