Capítulo 64

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THEO.



Le tiro de nuevo el cacahuate a la boca y cae en su ojos, reímos y el niega mientras bebo de nuevo.

—Eres muy malo en esto, Theo —siento como el amargo líquido quema una vez más mi garganta —Necesitas... —el hipo interrumpe su discurso

—Lo que pasa es que primero decidiste embriagarme y luego proponerme este juego —lo señalo y tras negar me sirve de nuevo —Sigues siendo alguien duro de vencer —le digo y él se sirve más

—Siempre han sido una bola de perdedores, no importa cuanto lo intentemos siempre se rinde con facilidad —hace la seña de quebrar algo —Como simples ramas secas —asiente 

—¡Ey! Lo que pasa es que tu haces trampa... —me callo a causa del hipo —Por eso siempre pierdo contra ti —niega y de un solo trago vacía su vaso

—¿Trampa? ¿Yo? ¡Jamás! Yo siempre juego limpio y de frente —me acusa con el dedo —Tú eres muy débil —ríe divertido

—Quiero la revancha y esta vez no hagas trampa —lo acuso

—Si es lo que quieres —dice sin importancia y remanga su camisa —Pero esta vez... —se calla al ver tras mi espalda.

Curioso por su repentino silencio, volteo y veo a todos parados, observándonos; se levanta y se arregla la ropa, nervioso me pongo de pie he intento recomponerme, pero sé que me veo justo como me siento, un desastre.

—Buenas noches —saluda Daniel, quién se ve como si no hubiera bebido

—Buenas oches —saluda Marily quien lleva a mi Ángel en sus brazos, miro a su alrededor y no veo a mis otros hijos —¿Dónde están mis hijos —pregunto extrañado por su ausencia 

—Ellos se durmieron en el transcurso de regreso, así que Aurora y Caleb los fueron a acostar a su habitación —dice y entra a la cocina.

Mira todo a su alrededor y ve los cacahuates en el suelo, levanta la vista y nos ve con su ceja curveada. Me siento como un adolescente que esta por ser regañado.

—Ahora mismo limpiamos, pro favor no se preocupe —se adelanta a decir Daniel, pero Marily solo sonríe

—No pasa nada, sigan disfrutando de la noche, iré a recostar a Ángel y bajaré a hacerles una merienda —regresa y se escucha como los cacahuates se rompen con cada paso que da.

Sale da la cocina y como si de turnos se tratará Aurora entra, al vernos se detiene de golpe y mi suegro que venía tras de ella, hace lo mismo. Nervioso me muevo incomodo y me agarro de la barra para no moverme de más.

—Buenas noches —saluda Daniel con seguridad. ¡Dios! ¿Cómo hace para verse tan tranquilo y sobrio? —Lamentamos mucho el desorden, ahora mismo lo levantaremos —dice y mi suegro se asoma sobre el hombro de Aurora, que al notarlo sus mejillas se tiñen de rojo

—¡Vaya! Que gran fiesta hubo y no me invitaron —Aurora se mueve y Caleb entra a la cocina 

—Aún queda un poco, solo que tendrá que participar si quiere beber de ésta botella —dice y toma la botella en sus manos

—Suena interesante, aunque no soy tan fácil de vencer —responde y se sienta frente a nosotros —¿El que no atine bebe? —Daniel se sienta y pone  la botella frente a mi suegro

—Así es —ambos me ven al darse cuenta de que sigo de pie —¿No piensas sentarte? Pareces niño regañado —se burla Daniel

—Vamos Theo, nadie para regañarte porque bebas en tu propia casa —inseguro me siento

REDENCIÓN © (Tercera parte de AMOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora