REDENCIÓN © (Tercera parte de AMOR).

Capítulo 68

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Escucho las voces en la lejanía, que cada vez toman más fuerzas, pero aún permanezco en esta oscuridad eterna, tan agotadora y consumidora, estoy atrapada en un pesadilla que se repite como un un circulo, gira, gira y gira sin poder detenerse o cambiar su rumbo.

Todo va tan lento y pausado que no importa cuánto me esfuerce no logro cambiar la escena, siento que cada día que paso dentro de este agujero, me voy perdiendo; me roba pequeños trozos de mi mente y mis recuerdos. No sé dónde estoy o si siquiera estoy con vida, no siento nada, solo puedo escuchar esas voces volando a mí al rededor, pero sin poder llegar a comprender lo que dicen, son ellas las que me mantienen un poco cuerda, ellas me anclan al mundo de la cordura, pero al mismo tiempo me hipnotizan evitándome ver más allá.

Puedo sentir el leve cosquilleo rondar mi mano, había veces en que podía sentirlo en distintas partes, pero se esfumaron, también pude ver una tenue luz queriendo brillar, pero la oscuridad la consumió y volví a estar sola. Hay veces en que puedo percibir una respiración cerca de mi rostro, también puedo sentir la calidez, pero nada permanece. Soy una prisionera pagando la condena por un delito que desconozco. Sé que hay algo más, algo más que espera por mí, pero no puedo verlo, no sé a dónde ir, solo espero que pueda esperarme, prometo que haré lo posible por llegar a ese lugar que me reclama.

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La calidez se siente con más fuerza que estoy segura de que alguien me está tocando, las voces merodean cerca de mí como buenas cazadoras, pero no se dejan escuchar, aún no puedo entender que dicen. A veces siento que sueño dentro de mi sueño, no sé si eso tenga sentido o si sería posible, pero están varadas aquí, puedo soñar con personas sin rostros, puedo escuchar las risas y los llantos, las melodías y no puedo no evitar sentirme triste, como si mi corazón supiera de quienes se tratan, solo que mi mente sigue sin poder responder a todas mis preguntas, aunque todo va cambiando, lo único que no cambia, es que sigo siendo prisionera.

No puedo dejar de preguntarme quienes son y porque están regresando a este agujero negro, quisiera poder tener respuestas, poder salir de aquí y encontrar lo que sea que estoy buscando.

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Lucho y lucho y simplemente no puedo moverme, ahora todo está más claro, puedo sentir mi cuerpo y estoy acostada, no puedo moverme, pero puedo sentirlo, puedo sentir su toque, su calor que me busca con desesperación; siento el movimiento de la cama al sentarse o recostarse a mi lado, puedo sentirlo todo y eso me emociona tanto, tal vez por fin pueda salir de aquí, tal vez no sea yo quien vaya hacía él, sino él sea el que viene a mí.

Solo pido que no desista, que puede descansar, pero no rendirse, quiero que venga y me salve de esta oscuridad que aborrezco, esta cruel oscuridad que sigue castigándome. Ojalá no tarde tanto en llegar.

—Por favor, sálvame —le suplico, esperando que pueda escucharme.

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La oscuridad está empezando a despejarse, dejando apenas visible una luz, como si fuera la pequeña llama de una vela encendida, ahora tengo un destino al que llegar, lucharé para poder terminar con esta oscuridad. No había deseado algo tanto como el deseo de llegar a la luz, no sé si eso es bueno o malo, solo sé que quiero sentir más de cerca esa calidez que irradia.

Los toques se han hecho más frecuentes y hasta cierto punto placenteros, puedo sentir un cosquilleo en mi mejilla, también sentí algo húmedo andar en mi rostro, un suave masaje en mi cabeza y un toque cálido que me llenaba, fue una sensación desconocida, pero al mismo tiempo familiar y anhele, anhele poder saber que es lo que provoca esto que siento y que me gusta.