Capítulo 60

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THEO.



Me miro una vez más al espejo, me siento tan nervioso, acomodo las mangas de mi camisa y me pongo los gemelos de plata. Llevo tantos meses de ausencia en mi empresa, que no sé si ha habido cambios, incluso de lo nervioso que estoy no puedo pensar en lo que haré o como lo haré.

—¿Ya estás listo? —volteo y extiendo las manos a los lados 

—¿Qué tal me veo? —me quedo quieto y él me ve con atención —Ya olvide como comportarme —regreso la vista al espejo.

Entra y me toma de los hombres volteándome a él.

—Tranquilo, no necesitas presionarte, sabrás que hacer —acomoda la corbata y el chaleco —Buena elección —me mira a los ojos —Respira, relájate —mis bellos hijos entran corriendo

—Buenos días —canturreo y me pongo de cuclillas —Hoy iré a trabajar, volveré pronto —ambos me abraza y después se alejan y Sam le quita el chupete a Héctor y sale corriendo. 

Mi hija parece que será ella quién me sacara más de un disgusto. Los veo irse y una nostalgia me abraza, no quiero dejarlos, será por todo el día y será todos los días, ellos me van a extrañar y podría hacerles falta.

—No creo que sea necesario que vuelva al trabajo —me levanto y mi suegro niega —Thomas esta haciendo un gran trabajo, yo, no puedo dejarlos —mi corazón se encoge 

—Ellos estarán bien, apresúrate que se hace tarde —me empuja levemente a la salida.

Rendido camino y voy directo a ver a Mar, necesito despedirme de ella y que volveré pronto. Abro la puerta y Esther esta sentada a su lado, en sus manos tiene un libro y apenas me ve se levanta asombrada de verme.

—Buenos días, Esther ¿Cómo amaneció mi esposa? —deja el libro cerrado sobre la cama

—Buenos días, ella esta bien —me acerco hasta Mar y toco su mejilla —Te ves muy bien, Theo —beso su frente y suspiro sin poder evitarlo.

No quiero dejar mi casa, ni a mis hijos, ni mucho menos a Mar, todo sería distinto si ella... Siento un suave suspiro escapar de sus labios... Suspiro ¿Ella esta despierta? Me levanto y Esther asustada se acerca.

—Ella suspiro, pude sentir su aliento chocar contra mi rostro —Esther me hace a un lado y pone sus dedos sobre la boda de Mar —Ella esta despertando ¿Verdad? —me mira apenada

—No, solo es su respiración, Theo —dice y niego 

—No, sé lo que es una respiración y un suspiro, ella suspiro —respondo desesperado —Ella esta despertando —tomo su mano desesperado 

—No, Theo, ella no esta despertando —mi corazón agitado, dice otra cosa. Beso la mano de Mar y observo su rostro esperando algún movimiento 

—Theo...

—No digas nada —beso de nuevo su mano y la dejo con delicadeza sobre la cama —¿Podrías salir un momento? —sin decir nada se va. Espero a que cierre la puerta —No sé si lo que hago esta bien, pero volveré a trabajar, prometo regresar temprano para estar con ustedes. Hasta entonces, espérame —me estiro y beso sus labios —Te amo, Mar —susurro.

Triste me pongo en pie camino hasta la puerta, la abro y volteo a verla, solo que esta vez no hay una sonrisa de despedida, no hay una promesa en sus ojos, no hay nada. Salgo y sin despedirme de Esther me voy.

Me apresuro a bajar y veo a César parado a un lado de la puerta, lleva puesto su habitual traje, sonríe al verme.

—Buenos días, César, es bueno verte —estrecho su mano

REDENCIÓN © (Tercera parte de AMOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora