Capítulo 13

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Aprender idiomas es algo que siempre me a gustado, así que no hay nada mejor que buscar a alguien que me enseñe. Miro la pequeña casa escondida entre dos edificios ¿Quién podría mantener una casa en una calle llena de edificios?

—¿Pueda ayudarla en algo? Lleva parada frente a la casa diez minutos —gritan desde la casa.

Brinco asustada y quito la mirada fija que tenía sobre la jardinera. La mujer está parada frente a la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, es delgada y de baja estatura, tiene un cabello color negro, que este muy desordenado.

—Si lo que quiere es hacer una propuesta por la casa, déjeme decirle lo mismo que a los demás, no está a la venta y no pienso mudarme así que...

—Para nada, yo... Yo solo estoy buscando a la señorita Camil García, maestra de Alemán—me apresuro a decirle la razón del porque miro su casa.

Dudo mucho que ésta sea una escuela o algún lugar donde impartan clases.

—Disculpe, yo soy Camil... Pero lamento decirle, que ya no imparto clases ¿Quién me recomendó? —baja los cuatro escalones y se para frente a mí

—Bueno, un amigo... Daniel, me comento sobre usted, me dijo que es la mejor, pero que probablemente me diría que no; y me di la libertad de buscar su dirección; pensé que era una escuela y... 

—Ya veo, y esa bola de mierda llamada Daniel, está en lo correcto... No puedo ayudarla, disculpe. Tenga buen día—sus ojos se ponen colorados llenos de lágrimas no derramadas.

Se da la vuelta dejándome descolocada; cierra la puerta de un portazo y apenas y se escucha el gran grito de furia que dio al cerrar la puerta. Mala idea, una muy mala. No me sorprende que haya hecho una de las suyas contra ella, conociendo a Daniel.

Quito la alarma de la camioneta y me subo, pongo el seguro y el móvil suena; saco la cartera larga, el gel antibacterial que cargo, un pequeño paquete de toallitas, una sonaja y por fin lo encuentro... Una foto de Theo y nuestros hijos cubre todo el fondo de pantalla...

—Hola, cariño ¿Qué pasa? —contestó.

Enciendo la camioneta y acomodo el móvil, entre la oreja y mi cuello...  

—Nada, todo bien... Solo quería saber cómo te fue, ya que salí con Alex y le comenté a dónde fuiste; casi se cae de la silla de las carcajadas que dio...

—Theo...

—Solo queremos, saber... ¿Que dijo Camil al verte frente a su puerta y pronunciar al idiota de mi hermano? Hubiera dado cualquier cosa por ver su reacción, claro, siempre y cuando no te haya bañado en pintura cómo a él —habla Alex entre risas 

—Entonces tengo que agradecer que me tratara con educación y que haya decidido no hacerme ese tipo de daño, aunque estallo en furia. Fue mala idea venir ¿Cuándo va a hacer el día que alguien me trate con respeto al escuchar el nombre de alguno de ustedes? —bufo asqueada por la mala suerte de hoy

—Oye, conmigo no has pasado por esas malas escenas—se queja Alex 

—Evidentemente ya olvidaste cómo reacciono Rachel, cuando fui a su estudio para contratar sus servicios y hacer un retrato de mis bebés; solo dije Alexander y puf, se reventó la burbuja de armonía —miro por la ventanilla y Camil esta asomada por la ventana viéndome 

—¡Oh vamos! Hizo unos hermosos cuadros... 

—Sí y después de eso ya no la volví a ver y me cayó mejor que las cinco que me presento Theo después. Debo colgar, ya voy para allá, cariño. Te mando muchos besos y a nuestros bebés también—pongo de nuevo las cosas dentro del bolso

—Te amo, no vemos pronto. Adiós —cuelgo y guardo el móvil dentro del bolso.

Acelero despacio, mirando a que no venga ningún auto. Tendré que aprender en línea, ¿Que habrá hecho Daniel? Esos dos son unos pillos, siempre andan haciendo de las suyas, aunque Rachel, fue muy distinta al comportamiento que tuvo Camil...

Una moto pasa cerca de mí y rompe mi retrovisor... Estúpido, me orillo y abro despacio la puerta, corro a la esquina contraria y levanto mi retrovisor ¿Alguna vez tendré un día normal? No lo creo, regreso a la camioneta y lo pongo en el asiento del copiloto.  Esto va mejorando.



************************

La casa se encuentra un poco desarreglada, tirada en extremo ¿Acaso hubo un huracán en esta casa? camino al despacho y asomo la cabeza por la puerta entreabierta, hay más desorden y sin una sola persona.

—¡¿Hay alguien en casa?!—grito y solo el silencio me responde.

¿Dónde están todos? Cierro la puerta y subo las escaleras rápido, abro la puerta de mi habitación y esta Theo acostado con los bebés a su lado hay una barrera de almohadas y en el suelo también; casi muero del susto y la angustia y ellos durmiendo cómo si nada. Me quito las zapatillas y las dejo a un costado de la puerta, pongo el bolso en la orilla de la cama y toco los pies de Theo, pero él ni se inmuta; me acuesto lento hasta ponerme a su lado, lo abrazo y beso su mejilla.

—Ya llegué, mi amor —susurro.

Suspira, acerca su rostro y abre los ojos, sonríe... Jamás me cansare de esa bella sonrisa, perfecta y real...

—Qué bueno, hermosa. Te hemos extrañado mucho, y más esa princesa traviesa... Cada día crecen más —rio por lo bajo y lo abrazo 

—Sí, quisiera que se quedarán así, por siempre 

—Tengo pensado, que mañana podemos ir a casa de tu padre y celebrar haya los cinco meses de los niños. Ya ves que desde que tu padre se mudó; a estado remodelando la casa de campo que compro, ya veo el porqué de que te guste estar en medio de la nada—acomodo al travieso de Héctor que puso su pie encima de Sam

—No es estar en medio de la nada, es vivir en medio de la naturaleza; lleno de grandes jardines y aire más limpio que el de las grandes ciudades... Y volviendo al tema de la celebración, estoy de acuerdo, me agrada mucho la idea de que podamos pasar un buen fin de semana en familia.

El tiempo pasa demasiado rápido, a veces es lento y a veces es solo un segundo en un mar de horas...

—Llamare a tu padre y le preguntaré sobre la idea de pasar el fin de semana juntos, todos, haré énfasis en "todos" para que sepa a que se atiene... Voy al baño —se levanta y besa mi frente antes de pararse de la cama 

—Él sabe lo que significa, incluso le caen bien el dúo; seguro que la idea le parece esplendida —respondo y me arrastro hasta estar a lado de mis bebés.

Cómo los extrañe, beso la frente de Hector y la manita de Sam, incluso tengo mi propio dúo y espero que no sean tan traviesos cómo esos dos.

A ver que nos depara ese fin de semana, estar cerca de ellos siempre es diferente, siempre tienen algo que decir y hacer...

—Mar...

—¿Que paso, amor? —pregunto mirando la puerta del guardarropa 

—¿Quiere venir y ayudarme, un poco? —pregunta divertido.

Sonrío y sin pensarlo mucho, me levanto y corro al baño, me agrada tener este tipo de bienvenidas 

REDENCIÓN © (Tercera parte de AMOR).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora