Capítulo 45

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PLATICA INTERESANTE
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Escena +18

Canción: Rosenfeld - I want to

ERIK

Me hundí entre sus piernas y cada vez que mi lengua tocaba su excitación me encendía aún más.

La anhelaba, la extrañaba y la deseaba a morir.

Seguí deleitándome con sus fluidos hasta que sentí que sus piernas se debilitaban, separé un poco más estas y tomé duro sus muslos, mi lengua seguía jugando y tenía deseos de que mis dedos también se divirtieran.

Me separé un poco y disfruté la vista de mi dedo entrando lentamente en su hendidura. Saqué mis dedos y los miré con deseo, luego repetí el procedimiento, esta vez más rápido junto con mi lengua.

-Erik...

-¿Si, cariño?

-No te detengas...

Sonreí de lado-No pretendía hacerlo.

Froté mis dedos, lento, rápido. Sus fluidos me ayudaban a deslizarme más a gusto en su entrepierna.

Explotó, lo hizo, al haber acabado y regalarme un delicioso órgasmo me dejó deleitarme con ver sus líquidos más abundantes.

Me levanté y limpié mi boca, iba a voltear, pero no la dejé. Azoté su trasero y soltó una pequeña queja gustosa.

Saqué mi duro miembro y lo acerqué un poco a su sexo, no lo introduje, al contrario lo froté contra sus pliegues.

Gruñí de placer, la espera me volvía loco, pero quería que ella me pidiera que lo hiciera, que la penetrara, que me dijera que había extrañado mis folladas.

-Te hice un oral, enana ¿Por qué no escuché tus gemidos?

-No quiero que lleguen a escucharme, Erik... Para de jugar...

-¿Qué quieres que haga entonces?

-Sabes lo que quiero, hazlo...

-Pídelo.

Se removió tratando de seducirme para que entrara en ella, no lo consiguió.

-Pídelo, Charlotte o me vestiré y habrá acabado la diversión.

-Eres un idiota...-sonreí-Follame. Hazlo y no pares.

Dejé de frotar mi pene contra ella y de una estocada entré, gruñí y ella soltó un pequeño jadeo.

Comencé mis envestidas y las disfruté, pero faltaba algo.

-Gime.

-No...

Con una mano tomé su cabello y con la otra su cintura.

-No importa si te escuchan, deberian sentirse privilegiados si llegaran a escucharte, porque eres un puto ángel y tus gemidos me llevan a un completo caos de sensaciones placenteras, así que maldita sea, Charlotte. Déjame escuchar tus dulces gemidos, he esperado medio puto año para esto.

Vi como mordió su labio, azoté su trasero he hice que mis envestidas fueran más profundas y rudas hasta que por fin me dejó escuchar sus gemidos y sentí como su interior se contrajo de placer.

-Maldición-me acerqué a su oído-. Recuerdo que no querías esto y ahora mirate, follando en la parte trasera de una discoteca.

-Me haces cambiar.

-¿Y eso no te encanta?

-Me fascina.

Salí de ella y la volteé-Si no quieres que rompa el maldito pantalón quitatelo.

Sonrió maliciosa-¿Por qué tanto apuro, cariño?

-Porque te he deseado todos estos jodidos meses.

Se quitó el pantalón, tomé su trasero y la cargué, sus piernas se enredaron en mi cadera y volví a tomar mi miembro para entrar en ella.

«¡Maldición!» Su rostro lleno de placer me mata.

-Más...

Reí-¿Por qué no dejaste que te explicara la situación que ocurrió en mi oficina?

Me miró ceñuda-No creo que sea el momento para esa conversación.

-Es justo el momento perfecto. Dios, Charlotte, si me encanta estar dentro de tí. ¿Cómo pudiste siquiera pensar en la posibilidad de que te había engañado? Eres todo lo que necesito, eres todo lo que deseo y todo lo que me pidas siempre te voy a complacer. No me interesan otras chicas, solo me interesas tú.

Gimió y yo gruñí.

-Perdón... Lo que vi me hizo pensar muchas cosas y yo...

-Calla, hablaremos en la casa de esto.

Asintió, se agarró fuerte a mis hombros, cerró sus ojos y su cara me demostraba que estaba a punto de llegar a su segundo órgasmo.

-Abre los ojos-Lo hizo-. Debo parar... Estoy a punto de...-

Me interrumpió-Hazlo... Hazlo, Erik.

-¿Dentro?

-Toda.-afirmó causando que sonriera.

Tomé su trasero y di una última embestida que acabó en ambos explotando de placer, unidos y extasiados.

Me permití respirar un poco y luego la bajé, tomé su rostro y la besé suavemente.

-No quiero que estés celosa de ninguna chica que esté en mi entorno, quiero que sepas que eres tú la única que me importa y la única por la que daría mi vida.

Asintió. Le di una suave palmadita en el trasero.

-Ahora vístete. Es hora de ir a casa, tenemos una conversación pendiente.

La Conejita de los hermanos BrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora