𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎 𝐒𝐄 𝐌𝐀𝐍𝐓𝐔𝐕𝐎 𝐅𝐈𝐑𝐌𝐄 𝐄𝐍 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎, hasta cuando desayunamos las pocas latas de comida que teníamos. En la mochila no nos quedaron más de cinco, pero estábamos confiados en que encontraríamos pronto algún lugar seguro en donde quedarnos. Cuando salimos afuera de la estación, fue solo para corroborar que fuese de día y que no nos hubiésemos despertado antes de tiempo por estar pendientes de todos los ruidos extraños alrededor. A veces no era más que el viento el que chocaba con los escombros y volcaba sobre el suelo alguna que otra cosa que no era demasiado importante. Al asomarnos, vimos que la ciudad estaba cubierta de una capa borrosa que provenía de una luz blanca que parecía venir ondeando desde el Este.Nos volvimos a meter a los vagones de inmediato. Terminamos de organizar mejor las mochilas y controlamos que nuestras heridas estuviesen bien vendadas.
—¿Furusho?
—Por las vías del tren deberíamos llegar más rápido —dice, ajustándose el cinturón y dándome una mirada de reojo. Zū tiene la nariz sucia por haber comido de una lata de legumbres. Se la limpio con el dorso de la mano y la coloco en mi espalda sin mucho esfuerzo—. No sabemos si en las vías se juntan bichos. Jamás he cruzado un subterráneo desde que comenzó todo, así que deberíamos partir ya para evitar caminar por aquí cuando empiece a oscurecer. Si en las alcantarillas está lleno de Ghantanos, no me sorprendería que aquí también.
—¿Tardaremos mucho hasta el siguiente punto?
—No lo creo, pero no es solo llegar hasta allá, sino que también debes contar lo que nos llevará encontrar algún bloque seguro.
Mis brazos duelen y mis piernas apenas pueden sostenerme. De todas formas, camino hasta la cabina del conductor para poder corroborar si hay algo que pueda servirnos de ayuda. No hay equipaje en los vagones accesibles; no hemos gastado energía en hacer palanca para destrabar las puertas que estaban selladas por el tiempo en desuso. En la cajonera lateral del asiento hay documentos, tarjetas y una linterna de mano. La tomo con rapidez y oprimo los botones. ¡Funciona! Tiene dos pilas, pero no hay ninguna de repuesto por si estas se nos acaban en algún momento.
—¡Thyra! —exclama Bakugo con impaciencia. Su voz cargada de frustración provoca que blanquee los ojos. Me guardo la linterna en los bolsillos de la mochila y, finalmente, salgo en dirección a las vías. Si el tren hubiese avanzado un poco más, nos hubiese tapado todo el hueco y habría sido imposible usar la ruta subterránea para llegar al otro punto.
Había estado considerando la idea de comenzar a usar máscaras en la noche. Los pasamontañas de lana o hilo oscuro solo nos servirían para facilitarnos el trabajo de camuflaje, si es que hablamos de criaturas ajenas a los Ghantanos, que son ciegos, pero poseen un muy buen oído. El problema a cargar es el olor nauseabundo que desprenden de los cuerpos. Si yo hubiese tosido o vomitado cuando los pasamos por el costado, se habría generado un caos morboso en los conductos del cual difícilmente hubiésemos podido salir vivos e ilesos. No tenemos demasiadas opciones fiables que tomar. Aguantarnos las ganas de escupir las entrañas no nos llevará a ninguna parte.
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𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼
Fanfiction𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | El 12 de mayo todo cambió para el mundo y, sobre todo, para Thyra... cuando al despertar de su desmayo producido por un ataque de locura y miedo inconmensurable se dió cuenta de que todo el mundo se había disecado para pronto...