"la comisaría" -22

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         𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐙 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐀𝐒 𝐕𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐒𝐓𝐀 con las oscuras y lóbregas noches

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         𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐙 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐀𝐒 𝐕𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐒𝐓𝐀 con las oscuras y lóbregas noches. Es en lo primero que pienso una vez dejo la lata vacía en una bolsa de plástico; siendo que es inútil mantener un buen cuidado del medio ambiente cuando el mundo cae inevitablemente por un gran precipicio, tener la basura apilada en bolsas en el almacén del aeropuerto hace que los muchachos mantengan su cordura a flote imaginando que llevan vidas falsamente tranquilas y casuales.

En Minato —según ellos—, si tenías demasiada mala suerte quizá te ponían a despojar las hediondeces del hospital en la parte trasera de los camiones ambulatorios. Papá había tenido varias experiencias cercanas a los hospitales porque en su infancia casi siempre debía cuidar a familiares enfermos. Uno de ellos se había perforado el pulmón. Papá vio cómo un residente se quejaba de que tenía que llevar todas las gasas manchadas en bolsas de desecho que él mismo que tenía que cerrar. Si se me pinchan los guantes, decía él, estoy acabado.

La peor parte se la llevaban los trabajadores del hospital Rawson; todas las enfermedades infecciosas eran tratadas ahí. Papá nunca entró, pero sí pasó por el frente del bloque un día. Había dicho que desde el mismo concreto se desprendía un indescriptible olor pestilente. Era tal el nivel de abominaciones olfativas que se manejaban dentro de la zona, que de tan solo corretear por las esquinas la nariz ardía con cierta ligereza. Lo único que quedaba, según él, era aguantar un poco la respiración y llevar la mascarilla.

—¿Cómo supiste que era amigable? ¿Dónde la encontraste? ¿No te dio miedo? Parece un zorro albino, pero sé bien que no lo es por el tipo de cola que tiene. Además, sus ojos no parecen ser los de un animal común, y con común me refiero a los animales que habitaban en la tierra antes de toda la catástrofe —articula Deku desordenadamente. Bakugo arruga la lata vacía del desayuno entre sus dedos y la arroja hacia la bolsa abierta en el suelo. Encesta sin dificultades. Está de mal humor.

—En el supermercado cuando fui a buscar provisiones... Así nos hemos conocido y, en cuanto a lo otro... —mascullo. Hago una pausa para delimitar la cantidad de información que podría otorgarle a una persona distinta a Bakugo. La mañana se ha manejado con tranquilidad, pero todo empeoró desde que Deku quiso saber más cosas de nosotros.

Con suerte sé mantener en mi mente cómo es mi nombre y de dónde provengo.

—¿Y cómo ella sabe que tú no ibas a hacerle daño? Es más, ¿cómo supiste que era una hembra? Pues parece tener la anatomía de un zorro común, pero ya te digo yo que no lo es. Mi mamá era veterinaria... Ella te hubiese podido decir qué clase de animal es Zū, aunque ni siquiera exista en los libros que leyó en sus épocas de clase —dice él. Esbozo una mueca. Todos hemos perdido a nuestros padres, y hablar de ellos no es para nada fácil. Todos estamos conectados por algo. Aquí, dentro del avión, algunas historias podrían unirse discretamente.

𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora