❝cadáveres andantes❞ -38

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𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐔𝐍𝐎

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𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐔𝐍𝐎



                 𝐃𝐎𝐘 𝐔𝐍𝐀 𝐕𝐔𝐄𝐋𝐓𝐀 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐄𝐓𝐀 a su cabeza y le corro el cabello con tal de que no se convierta en un estorbo. En varias zonas de su cuerpo le arrancaron la piel con pinzas, tijeras o quién sabría qué herramienta utilizaron. No tenemos alcohol para desinfectar las heridas y tampoco sabemos de qué está hecho el líquido que lo contenía dentro del tubo. Pero su cuerpo desprende un vapor hediondo y mis manos se sienten adormiladas. ¿Podría decir que esto es otro síntoma de un ataque de pánico? ¿Es esto una consecuencia de haber entrado en contacto con el líquido misterioso?

De pronto ya no aguanto el pensamiento de ver a mi amigo convirtiéndose en un monstruo. Pero su aspecto es el de uno; Kirishima tiene el aspecto de un Ghantano sin la mayoría de su piel, al músculo vivo, cubierto de sangre y moco bilioso. Sorprendentemente, su aspecto me ocasiona mucho más terror que al de la primera vez que choqué con uno de ellos.

—Aguanta... —jadea Deku.

El primer disparo en la planta superior se escuchó en el momento donde un pavoroso pensamiento se cruzó por mi cabeza: «Quiero matar a todos». Donde estaba, al costado de Bakugo anudando el último trozo de venda, fui incapaz de comprender cómo estaba considerando matar a sangre fría a quienes se suponía que eran mis semejantes. Olvídalo, pensé. Nosotros llegábamos al mundo taxidérmico con el objetivo de eliminar a lo repulsivo y sobrevivir, pero los Noctiluca eran más inhumanos, pues ellos hacían todo a consciencia. Entonces...

—¡Hay que salir de aquí! ¡Thyra! ¡¿Estás escuchándome?! —Bakugo me pega un bofetón. Ha sido lo suficientemente fuerte para que salga de un pensamiento nefasto. En medio de esta oscuridad es difícil saber por dónde podríamos salir ilesos.

El carrusel dulcemente iluminado es el núcleo de este nuevo terror. Los ruidos bajan ferozmente hacia el subterráneo y me paro de un salto. Sujeto a Kirishima por las axilas y lo levanto ignorando sus quejidos de dolor. Deku se encorva y lo coloco en su espalda rápidamente. Su cuerpo poco a poco se baña en sus líquidos y contiene una gran arcada de asco. Cuando se llega a un nivel tal de dolor, la visión queda anulada. Kirishima debe estar transitando un desmayo y me sorprende que aún tenga la capacidad de modular ligeros quejidos.

Abro el mapa y me muerdo la lengua, hundiendo lo más que puedo los dientes en el músculo.

—¡Tiene que haber algún escondite! —exclamo. Apunto con la linterna hacia la bruma. En la esquina de la zona una gran flecha roja apunta hacia arriba. Desde aquí no la puedo ver bien—. ¡Ascensor! ¡Bakugo!

—¡¿Con qué electricidad funcionará, idiota?!

Agarro su brazo con fuerza y busco sus ojos. Destilan un miedo irreversible. Esos ojos se pronuncian en la oscuridad sobre el cuerpo de un muchacho que sobrevivió meses sin compañía, evadiendo o luchando monstruos, y actuando con una calma devastadora. Frente, todo eso desapareció. Bakugo se arrastra el sudor de la frente con el brazo y apunta con la linterna a la esquina que señalo. Lo escribieron en el mapa. 

𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora