𝐌𝐎𝐑𝐈𝐑 𝐌𝐈𝐒𝐄𝐑𝐀𝐁𝐋𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐒 𝐔𝐍 𝐀𝐒𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐐𝐔𝐄 oscila entre lo astuto y lo patético que resultaría suicidarse habiendo pasado por todas estas cosas. Por ende, una vez la soledad enfermiza invade con plenitud el terreno nuevamente, se manifiesta el nerviosismo con toda su irónica serenidad, atacándome por el pulso. Me encorvo; el piso, ya lejos de ser caliente como el interior de un extenso intestino cerrado y asqueroso, se acerca dubitativamente hasta que soy capaz de poner la espalda recta.
Actitud. Desgarrar. Esquivar nuestras propias tumbas que se dibujan hasta en las paredes. Decir algo sobraría dada la cantidad inhumana de sangre que escupimos; sabrá alguien por qué razón, si no recuerdo haberme herido severamente dentro de la bestia inédita. Algo es cierto como la bruma rojiza que protagoniza esta hora a la que hemos sido arrojados: no sabemos qué hacer, como de costumbre, pero seguimos aquí parados. Las armas pesan y mis hombros ya están cansados.
—Cuando apunten deben mantener los brazos rectos para que no terminen agujereándose la cabeza, par de imbéciles.
—¡No nos culpes por no saber nada de armas! —se defiende Deku. El escandaloso tono de su voz me molesta, y no precisamente porque él sea alguien fastidioso; la calle representa un hueco por el que se pierde nuestra voz, si hablamos más alto que un suspiro, y se nos devuelve a los segundos con el matiz de la lejanía, aumentada, repetitiva, intermitente. Deku se da cuenta de su error y, cubriéndose media boca con el dorso de la mano, prosigue—: Estábamos confundidos. No todos tienen la misma capacidad que tú de reaccionar ante estímulos tan... fuertes.
—¿Me ves cara de que nací sabiendo cómo caminar, imbécil? —le contesta, rechinando los dientes. Antes de que la pelea aumente su concentración negativa, opto por meter mi cuerpo entre el vacío de los suyos, agitando la cabeza con lentitud oscilante.
—Será mejor que busquemos una zona segura pronto... Este lugar no me gusta para nada —mascullo. Ningún lugar es agradable. Sin embargo, los peores se van agregando paulatinamente dentro de una pequeña lista—. Bakugo, el cielo es rojo. Hace mucho tiempo no se ponía así.
Un colchón de nubes ensangrentadas tapa el vacío que se volcaba hacia nosotros con pequeños puntos luminiscentes y una piedra blanca, endurecida y reluciente. No se ve nada más que el inenarrable tono rojo y, justamente, es eso lo más espeluznante. La nada en ese todo compacto difícil de describir. Se me revuelve el estómago al oler el agua estancada en las alcantarillas; menos repulsiva que el interior de un adefesio, pero igual de repugnante que las larvas.
—Es mejor cerrar el pico y empezar a matarlos uno por uno —dice Bakugo, con la frente alzada al empíreo rojo—. Si no hay bichos enormes como los Gudhra es inútil seguir escapando como ratones. Caminaremos hasta encontrar otra comisaría y nos llevaremos todo lo que encontremos antes de que alguien más lo haga.
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𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼
Fanfiction𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | El 12 de mayo todo cambió para el mundo y, sobre todo, para Thyra... cuando al despertar de su desmayo producido por un ataque de locura y miedo inconmensurable se dió cuenta de que todo el mundo se había disecado para pronto...