"llaneza en expansión" -15

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     𝐋𝐀 𝐏𝐎𝐒𝐈𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐍𝐎 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐑 𝐀𝐋𝐆𝐔𝐍 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑𝐌𝐀 rápida era muy probable, pero todo salió mejor de lo que pensábamos, obviando lo que ocurrió en las celdas

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𝐋𝐀 𝐏𝐎𝐒𝐈𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐍𝐎 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐑 𝐀𝐋𝐆𝐔𝐍 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑𝐌𝐀 rápida era muy probable, pero todo salió mejor de lo que pensábamos, obviando lo que ocurrió en las celdas. Me sorprende que, a este punto, sigamos vivos sin heridas más allá de las superficiales. El brazo de Bakugo ha sanado un poco; puede moverlo mejor que desde esa noche. Yo, en cambio, lo único que he sufrido desde que nos hemos cruzado han sido dolores musculares. La regla, por la mala alimentación que he estado llevando durante todos estos meses, ha dejado de venirme. Supongo que es mucho mejor así, aunque no sea del todo saludable.

—Lo más probable es que por zona haya nuevas criaturas; tendríamos que ver las que están aquí. Es por eso que me incomoda mucho más tener que acomodarme en otros lugares; hemos tenido suerte con lo del teatro, Thyra. Hay que ver cuánto nos durará la bromita del escondite en el vestidor. De esa puerta yo no me fío un pelo.

—Aguantará si no nos encontramos con bichos más inteligentes que los Ghantanos —digo en voz baja. El viento frío sigue ejerciendo presión sobre mi cuerpo y mis mejillas desde hace rato han empezado a adormecerse—. ¿A qué te referías con usar los pilares como torres de vigilancia? No sé tú, pero yo creo que, si lo que tengo en mente es cierto, estás completamente loco.

—¿Loco? Haremos guardias en la noche. Empezaré yo por hoy mientras tú y el bicho fiero descansan —Él para de hablar bruscamente. Parece pensar lo que ha dicho meneando su pie izquierdo de un lado a otro, hasta que parece cazar una de esas tantas ideas desquiciadas que tiene—. El bicho fiero que duerma de día, lo pondremos a trabajar de noche.

Zū se remueve en mi espalda.

—No es un objeto.

—Pero nos ha salvado el culo varias veces, ¿no? Esa bola de pelos sabe algo y, por toda la comida que le damos, creo que es un trato eficiente.

La disconformidad moldea la expresión de mi rostro.

—¿Por qué de repente intentas hacer guardias? ¿No has dicho tú que salir de noche es peligroso? ¿Y si nos ven? Serás tú el que condene este teatro, imbécil.

—Tenemos que comenzar a investigar de dónde salen todas esas mierdas, genia —discrepa con sarcasmo. Encontramos una ventana rota en el segundo piso; no habría un lugar fiable por el que acceder al interior por ella, pero todo el frío de la mañana hace que el teatro sea una cámara de gas completamente congelada. Cuando Bakugo habla, aunque estemos dentro del vestidor, una enorme nube de vapor sale de su boca seca y astillada—. ¿Cómo crees que sé que a los Ghantanos se los tumba de un tiro al pecho? No he descubierto cómo matar a los otros, porque soy lo suficientemente inteligente como para no acercarme a bichos que miden más de cinco metros. Los de las celdas han sido diferentes; el del maldito puente me sigue poniendo los pelos de punta.

Bakugo estuvo a punto de morir frente a mis ojos. Sin el libro o Zū, no estaríamos vivos para poder contarlo. La criatura débil al reflector marcó un antes y un después en todas estas etapas. Pensábamos que lo conocíamos todo; más bien, intentábamos creer que era así. Esa primera fase en donde nos cruzamos era temible porque, a pesar de saber medianamente a qué criaturas podíamos devolverle un poco la guerra, teníamos en claro que con algunas lo más fiable era siempre esconder nuestros cuerpos entre las oscuridades. Tres ya suponían mucho. Ahora, no sabemos a cuántos más tendremos que hacerle de frente.

𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora