"emboscada" -19

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            𝐍𝐎 𝐑𝐄𝐂𝐎𝐑𝐃𝐀𝐁𝐀 𝐒𝐈 𝐌𝐈 𝐒𝐔𝐄Ñ𝐎, 𝐌𝐄𝐒𝐄𝐒 𝐀𝐓𝐑𝐀𝐒 𝐎 incluso hace algunos cuantos años, era ligero o no

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            𝐍𝐎 𝐑𝐄𝐂𝐎𝐑𝐃𝐀𝐁𝐀 𝐒𝐈 𝐌𝐈 𝐒𝐔𝐄Ñ𝐎, 𝐌𝐄𝐒𝐄𝐒 𝐀𝐓𝐑𝐀𝐒 𝐎 incluso hace algunos cuantos años, era ligero o no. En sí, en la mañana me desperté temprano y, en cuanto abrí los ojos, sentí que me echaban una cubeta de agua helada encima. ¿Hasta cuándo iba a durar el invierno? Hablo de ver el techo en cuanto soy consciente de mi propia respiración, pero no han pasado más de cinco minutos. Pestañeo calculadamente. Estoy en el segundo piso de una casa junto con Zū; se ha recuperado bastante rápido, mucho mejor de lo que mi cuerpo puede hacerlo. A mí de momento me duele absolutamente todo. No obstante, no puedo darme el lujo de quedarme así durante más de una semana. ¡Tan solo han pasado algunas horas!

Los dedos se me aferran al contorno del arma en cuanto escucho pisadas duras en las escaleras. Miro con temor el marco de la puerta cerrada y lanzo un suspiro de alivio cuando el cabello sucio de Bakugo se asoma entre la corta iluminación. El brazo me arde y tengo la boca llena de ampollas por haberme mordido las mejillas con tal de aguantarme el dolor. Cada centímetro de mi cuerpo palpita como una bola hirviente a punto de rebalsar. En el rostro de Bakugo se imprime una notable expresión de molestia.

—¿Qué has visto? —No sé si quiero saber su respuesta, pero no puedo vivir sumida en la ignorancia dejándole todos los malos tragos a él. Camina lentamente hasta que llega al borde de la cama y toma asiento. El colchón se hunde a su peso y en su ropa se desprenden todos los olores propios de un incendio. Arrugo la nariz.

—No nos hemos encontrado con buena gente, Thyra —masculla—. Esto es más jodido de lo que pensé. Han quemado hasta el último trozo de madera que han visto. El vestidor es inexistente, hemos dado con el palo cuando decidimos llevarnos todo lo esencial antes de partir en busca de las armas. Alguien nos está siguiendo el rastro por todas partes, creo que nos hemos confiado con la broma de que estamos solos por el mundo.

Habíamos atendido todas las heridas posibles y en cuanto se pasó el efecto de los calmantes me volví a desmayar. Bakugo habló con Zū —según lo que ha dicho antes de partir— para obligarla a mantenerse despierta con tal de cuidarme en lo que yo dormía un poco. Quería irme con él, pero me dijo que iba a retrasarle; además, el incendio estaba fresco, porque algunas llamas no se habían logrado extinguir. Si lo descubrían merodeando, dando por hecho que puede haber más personas aquí, conmigo iba a ser imposible salir corriendo para escapar a algún lugar seguro. Fue claro y fríamente calculador: «Thyra, si escuchas disparos en algún momento, simplemente vete de aquí». Ahora que lo pienso, no había sido una buena idea. Era apresurado, no podía simplemente correr y dejarlo aquí.

—Esto es lo peor, porque significa que tendremos que posponer lo de movernos para otro momento. Habrá que ver cuándo podremos irnos de esta maldita ciudad.

—¿Por qué lo dices?

—Si nos movemos de día es mucho más fácil que lleguen hacia nosotros. Piénsalo... ¿Qué otros obstáculos tendrían? Es tan simple como seguirnos por detrás ocultándose entre las casas o la primera mierda que encuentren. Además, no creo que todo esto sea obra de un solo sinvergüenza, habrán de ser dos o varios —Mi mente empieza a divagar. Con el cuerpo adormilado pienso que en cualquier momento volveré a sentir más dolor, porque este cosquilleo significa que la droga está desapareciendo lentamente de mi cuerpo antes de abrirles las puertas a los aguijonazos—. Si nos movemos de noche entonces podríamos usar a todos los bichos a nuestro a favor. Tampoco creo que hayan hecho algún pacto con los adefesios, no tendría sentido que fuese así.

𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora