𝐓𝐑𝐀𝐍𝐒𝐂𝐔𝐑𝐑𝐈𝐄𝐑𝐎𝐍 𝐃𝐎𝐒 𝐒𝐄𝐌𝐀𝐍𝐀𝐒 incómodas en el Hospital Minato. Ninguno dudaba, desde la mención de las prácticas in vivo, que Deku iba en serio con su petición. Sobre él... Hablaba con poca claridad y rumbeaba por el hospital de puntillas para no hacer mucho ruido, y nuestro humor comenzó a empeorar desde que comprendimos a las malas que nunca pudimos aprovechar la última de nuestras mañanas bajo luz. Es decir, la oscuridad perduró en Musutafu, justo como en Elspeth Dalia, y abrir los ojos esperando a ver algún fulgor quedó siendo un deseo tan frágil como el volverse al pasado.
Encontramos pocas tiendas con latas de comida en buen estado, y durante la mañana oscura acabamos las últimas dos. Hemos resistido distribuidos en número par. Kirishima siguió muriendo, cada día, poco a poco. Yo no podía entrar a su habitación y hablarle como si no supiera nada, pues imaginaba que, en alguna de esas veces, estaría dirigiéndole mi epitafio.
Antes que nada, bajo toda la presión de nuestro compañero, decidimos que íbamos a tocar el tema después de haberlo pospuesto por razones enigmáticas. Hoy quise decírselos durante nuestro almuerzo, por llamarlo de algún modo. Untábamos el poco jugo de arvejas que quedaba al fondo de la hojalata y nos lamíamos las puntas de los mismos dedos que barrieron o corrieron sangre propia o ajena.
Descubrí que en mi piel había memorias. Recordé un viejo día en el ático, pequeñas palabras sueltas de la abuela, y la cicatriz en mi rodilla creada en el momento donde tropecé por culpa de un bastón y un tornillo me abrió la piel por un par de centímetros. Recorrí el gusano blanco que sobresalía de un tono mucho más pálido en mi piel, y me quedé callada. Mantuve la misma posición hasta que Katsuki entró al cuarto. Desde ese entonces, ambos miramos el suelo esperando a dar inicio a la conversación más temida.
Ya no hay de qué manera cortar este silencio sin sufrir posibles consecuencias.
—A mí no me importa matarlos.
—Me sabe mal...
—Ya —dice Katsuki—, pero el maldito grano en el trasero no parará hasta que le demos a un caloyo para que despelleje. Thyra, escúchame... No me fío un pelo, y ya son muchas las señales que vimos en estas semanas.
—Katsuki, me siento mal...
—Pero no tienes la culpa de esto, carajo —replica alzando un poco más su voz. Aun así, nos manejamos a susurros. Deberíamos estar durmiendo. Mañana quedamos en llegar a Deku con algún plan, pues Kirishima ya no podrá aguantar mucho. Siento pésimo no poder hacer más nada, y Katsuki sostiene exactamente la misma actitud extraña—. Anda, ven aquí...
Me separo de la ventana y camino hasta el colchón. Un sucio colchón que hemos compartido dos semanas seguidas, durmiendo de espaldas, escuchándonos la respiración para calmarnos. Sumida en mi propia excavación psicológica, olvidé que todavía creo poseer el poder de la decisión.
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𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼
Fanfiction𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | El 12 de mayo todo cambió para el mundo y, sobre todo, para Thyra... cuando al despertar de su desmayo producido por un ataque de locura y miedo inconmensurable se dió cuenta de que todo el mundo se había disecado para pronto...