❝elspeth dalia❞ -31

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                  𝐔𝐍 𝐆𝐑𝐀𝐍 𝐄𝐒𝐂𝐔𝐏𝐈𝐓𝐀𝐉𝐎 𝐂𝐀𝐄 𝐀𝐋 𝐒𝐔𝐄𝐋𝐎, de mala gana, cesando la discusión. Parte de los gritos de Bakugo se ahogaron en esa acción de repudio, dándome la certeza de que aquí morirá toda la conversación hasta que encontremos algo útil en lo que enfocarnos por un par de horas. Durante la mañana encendí la radio, pero no se oyó nada más que ruido blanco. Imaginé que alguien podría llegar a comunicarse con nosotros desde el otro lado, pero pronto lo descarté. Tonterías, pensé.

Otro escupitajo cae cerca de mis botas. Pongo mala cara, colgando la radio de mi cinturón. Los hombros de Bakugo se levantan despreocupadamente.

—La comida sabe a mierda.

—Sobraron un par de antibióticos que puedes masticar si tienes tanta hambre. Sabrán un poco mejor que las lentejas —supongo. Con el humor mañanero que majea cierto espécimen, la convivencia dentro de una habitación se vuelve un asunto catastrófico.

—Quizá la cafetería tenga algo que podamos usar para comer. También está el supermercado sobre la misma calle de la comisaría —dice Deku. Algo en su optimismo me sabía mal. Pone muchas esperanzas en que siempre encontraremos exactamente lo que buscamos con urgencia. Ojalá todo fuera así de simple como desear, pedir en voz alta y disfrutar del regalo—. Deberíamos irnos a la cafetería. Hay mucho que explorar.

—¿Para encontrar una taza con café vencido? Hay pocas horas en el día como para hacer todo en una misma tarde —replica Bakugo. En primer lugar, sé bien que lo más astuto sería armarnos bien para sobrevivir las horas de negrura. Para combatir la plaga, se disponen balas y armas, balas de nuevo y, sobre todo, medicamentos fuertes.

Me inclino para tomar mi mochila. Me la coloco con pereza. Mis huesos duelen, y la mansión huele a cera derretida. Esta clase de ambientes perfumados son nauseabundos, por lo que evito llevar los ojos hasta el gran escupitajo blanco y espeso en el suelo. Tenía razón; la comida sí sabe a mierda, pero es lo único que tenemos. Comí todo tapándome la nariz, pues me niego a moverme por el pueblo sin tener una mísera pizca de comida en el estómago. Bakugo, a pesar de haber rechistado, logró comerse una buena lata. Lo último que quedaba lo tiró al suelo. Esa era una mala impresión que le daba a los muchachos. Sin embargo, lo ignoran.

—Aquí hay de todo... Vi que está el hospital en Berman Fier. Sería un buen escondite y podemos tratarnos las heridas si conseguimos algo útil en el depósito —Kirishima estuvo analizando todo el mapa desde que despertó y le asombraba la idea de aprovechar las horas de luz para husmear cada trecho del pueblo. Supe que debía haber algo importante metido en algún lugar, solo que no sabía qué cosa me esperaba específicamente. Desarrollé algo de interés por tratar de llegar a un acuerdo sobre los puntos en rojo que iríamos a priorizar.

𝐓𝐀𝐗𝐈𝐃𝐄𝐑𝐌𝐈𝐀 | 𝗸𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝗯𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora