Pequeño vistazo

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Una mucama entró y abrió las cortinas

— No cierra eso por favor —le dije tapándome con la sabana para seguir durmiendo

— Pero señorita tiene que levantarse tiene que ir a la empresa con el señor para ver a sus suegros —me informo

— ¡Que! —grite cayéndome de la cama y parándome a quejarme

— Nadie me dijo nada de esto no puedo me niego —me opuse

— ¿Te niegas a que? —pregunto Khaos entrando a mi habitación vestido con traje completamente negro

Se apoyó en la pared viéndome con una sonrisa ladina al estar semidesnuda

— A salir de esta casa —le respondí

Cruce mis brazos sobre mi pecho tratando de mostrar algo de autoridad sobre la situación

— Si no sales de esta habitación en 30 minutos cambiada y arreglada te sacaré yo mismo, me has escuchado —amenazándome replico

A regañadientes entre a mi armario estampe la puerta y oí como el murmuraba con la mucama

— Belén asegúrate que no salga de esta habitación hasta que esté arreglada como debe —le ordenó

—Si señor

Me puse a buscar algo presentable pues no podía dar mala imagen

Opte por una camisa de seda color dorado un pantalón negro y unos tacones del mismo color a juego me puse una cadena de oro

Me hice media cola salí a lavarme los dientes cuando termine la mucama me estaba esperando la vi de arriba abajo y baje a la cocina

— Buen día señorita —hizo una reverencia era Marta la cocinera

— Buen día —le dije con sonrisa

— Le prepare unos panqueques con salsa de chocolate y frutillas —me dijo mientras me sentaba

Sentí mi estomago gruñir de hambre ante el exquisito aroma, la saliva empezó a acumularse en mi boca deseando darle un enorme bocado a esos panqueques

— Huele y se ve delicioso gracias —le agradecí y empecé a comer

Al rato apareció Khaos, traje impecable y su colonia cara se exparsio por el comedor

— Buen día marta —saludo con ese semblante frio

—Buen día señor ya tengo su café y tostadas listas

— Gracias, veo que al señorita ya se dignó a bajar —dijo viéndome

— Tenía hambre —le respondí sonriendo

Camino hasta la otra punta de la mesa y se sentó

Sofia apareció con el desayuno de mi prometido en una bandeja
Su traje de mucama estaba apretado haciendo que presumiera su prominente escote y sus caderas finas.
No sabia si sentir satisfacción o envidia por su cuerpo

Cuando le dejo el desayuno no dudo en refregarle sus pechos
Khaos le hecho una mirada de desdén ella se notaba atónita ante esa mirada y se fue casi corriendo fuera del comedor

Al rato llego Marcos avisándonos que nos esperaba el auto

El viaje desde la casa a la empresa se me hizo eterno y el chofer se aseguro de eso

— Ahora tienes que prepararte pues todos quieren verte —me advirtió

— Se como es esto —le respondí sin interés

The red kingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora