Menos cinco grados

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Lo tome del brazo

—¿A dónde vas tan temprano?—Pregunto somnolienta

—Tengo que trabajar

—A las cinco de la mañana quédate conmigo eres el jefe y mi esposo— le pedí

Él asintió, acostándose a mi lado nuevamente me acurruque contra su pecho mientras él proporcionaba mimos sobre mi cabeza

—Por lo general siempre pongo el trabajo primero—susurro—Pero como llegaste vos te convertiste en mi nueva prioridad

—Me alegra saber eso—murmure

Volvimos a fundirnos en un sueño profundo

Hasta escuchar la voz chillona de milagros del otro lado de la puerta

—¡Señores son las nueve tiene que despertar!

—Agh—gruñí escondiéndome debajo de las sabanas

—Ahora vamos— le respondió Khaos—Tenemos que bajar

—Baja tu hace mucho frío

—La casa tiene calefacción y el frío no es excusa para no hacer los pendientes del día en diez minutos te espero abajo— dijo acomodando su saco

No quería bajar el era el único que tenía pendientes yo no

A quejidos me obligue a levantarme arrastrando mis pies hasta el armario. Elegí unos leggins una sudadera un buzo negro me puse unas medias y mis pantuflas

Realice mi aseo personal

Baje a desayunar Khaos estaba hablando con Marcos ante mi presencia se mantuvieron en silencio. Los mire

—¿Algo de que me deba enterar?

—Para nada temas de la mercancía— respondió mi esposo—Ya nos íbamos

Dejó un beso en mi frente y se retiró. Tome mi taza de té y me dirigí a la biblioteca me senté en mi escritorio a dibujar nuevos bocetos, calculando cuánta tela tendría que utilizar para hacerlo de qué color las medidas de la modelo que tonos le favorecerían no era algo que debía tomar a la ligera

Las mañanas en la mansión solían ser tranquilas se escuchaban los cantos de los pájaros los pasos de las mucamas y el tele con las noticias que veía rosa todos los días excepto esta mañana no había tele encendía solo se escuchaban pasos y murmullos el aire de la casa era tenso todos sabían algo menos yo y lo descubrí cuando escuche un disparo

Me tire al piso cubriéndome

Una balacera se armó por la casa escuchaba a los guardias buscando armas los gritos de milagros retumbaban en toda mi cabeza. Maldiciones eran soltadas de las bocas de los individuos que se encontraban afuera.

Teo y Max por suerte dormían en los sillones

—¡Donde esta!— grito un hombre de voz gruesa

Buscaban a Khaos o a mi

Me levanté del piso y trabe la puerta con seguro cerré las cortinas tapando la poca luz solar que entraba tome mis dagas guardándolas en la cintura de mis leggins agarre mi arma colocando el cartucho con balas y el seguro cubrí a los perros con una manta

Apague todas las luces y me escondí detrás de los estantes me cubrí con mi manta a causa de la baja temperatura la única persona que me podía matar ya no vivía conmigo. Deje de escuchar disparos después de un rato

—¡Encuentren a esa mujer!—vociferó el desconocido

Sentía como iban de un lado a otro tratando de encontrarme disparando a todo ruido y movimiento hasta que movieron el picaporte de la puerta de la habitación donde estaba

The red kingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora