Intocable

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Aviso: este capitulo contiene ciertas escenas de abuso y tortura si no desea leer este capitulo desplácese al siguiente
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Khaos

Alia había estado en inconsciente por dos días después de que la rescatamos debido a la pérdida de sangre y la falta de alimentación que le produjo el infeliz ese.

Debido a sus golpes me abstiene a dormir a su lado por miedo a lastimarla había pasado las noches en la silla junto a la cama por si se le olvidaba tomar sus calmantes. Mi corazón se rompía en pedazos al ver que trataba de ocultar sus cicatrices

Me hubiera gustado que me acompañara a matar a sus captores pero sus manos no podían ensuciarse ella no merecía ser tachada de asesina. Aún no se recuperaba al cien por ciento
en la noche se quejaba de dolor y los moretones aún eran visibles.

Al grano estaba yendo acompañado de Marcos a la parte más lejana de la casa, el sótano. El olor putrefacto a sangre y humedad era nauseabundo para los de estómago débil

Se dividía en cuatro habitaciones dos para retener una para torturas y la otra era un almacén de armas y suministros

Cuando llegue Eme y Sofia estaban amarrados en la sala de tortura.

Eme estaba golpeado una charla que tuve con él después de lo que me dijo el médico

—Buenas tardes—los saluda viendo las herramientas que utilizaría contra ellos

—Khaos...—susurro con súplica Sofía

—Con cual comienzo

—Siempre van primeros las damas señor—dijo Marcos

—Tienes razón qué clase de caballero sería— exclamé—Cuélgala

Me quite mi saco y me arremangue las mangas de mi camisa

Prendí un cigarrillo y le di una calada

—Usare las mismas técnicas que usaste en mi esposa pero a diferencia que yo seré peor—susurre contra sus labios

—No serias capas

Bufé

Cuando me acerque a ella el miedo cruzó su rostro sabia de lo que era capaz y que nunca tenía compasión

Uno de mis hombres calentó una barra de metal y me la entregó sin piedad alguna la punce en sus costillas ella mordió su labio ahogando un grito siempre tratando de ocultar su maldito dolor pero ella no era mi Alia

No servía para eso

—No sabes cuanto te odio por lo que le hiciste a mi mujer—exclame tomando un palo de fierro—No debiste tocarla

Golpee su rostro con fuerza y fui repitiendo la acción en diferentes partes de su cuerpo sus gritos eran infernales resonaban por todos lados

Tome el látigo vaciando una botella de alcohol medicinal sobre el

Hice que la soltaran y la pusieran de rodillas azote una , otra vez contra su espalda creando cortes finos por este.

 Ella gritaba por el líquido ingresando por sus heridas se mantenía de rodillas sobre el piso mientras se estremecía y sus cuerdas vocales se desgarraban por sus gritos de dolor

No me molesté en ponerle algo para que cerrara la boca que todo escucharan como sufrirían si tocaban a mi mujer

Cuando me canse tome una navaja la acerque a su brazo derecho donde hice una incisión profunda lo suficientemente para que se fuera desangrando, repetí el proceso con su otro brazo mientras ella lloraba y rogaba con una voz casi inaudible que le perdonara la vida

The red kingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora