cafuné 6.

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Inglaterra, Oxford

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Inglaterra, Oxford. Trafalgar D. Water Law. 08:33 p.m

Soplaba el viento llevándose las hojas a su par, y como si el flautista manejara el aire, llevaba bailando remolinos pequeños por el suelo, para romperse de un repente, era tan reconfortable recibir el otoño, esa estación del año que tanto lo definía a él.

Cambiante, oscuro pero brillante, desafiante, frío y cálido a su vez.

Tantas emociones que no lograba decir, pero se sentía bien guardandolas para él mismo, después de todo, él estaba solo.

Sentado en las bancas del aquel parque tan grande y hermoso, recordaba todas las veces que lo visitaba solamente porque en su hogar se atormentaba él mismo con pensamientos intrusivos, incluso en medio de la tormenta de autosabotaje, pensaba cosas como "y si adopto una mascota?" Sintiéndose feliz por preguntarse algo tan concreto con una respuesta sencilla, pero su mente ni eso podía hacer, con algo tan simple, se destruía mentalmente pensando.

Si tan solo dejara de pensar...

Aquellos pensamientos fueron callados por una presencia a su lado, era el niño artista, que le sonrió en forma de saludo, él no dijo nada, ese algo se lo impedía, pero le movió la cabeza sutilmente para ser educado y saludar.

El niño puso unos palos afirmados con otros palos en el suelo, para poner encima un lienzo mediado.

Él y el niño estaban de esquina a esquina de una banda de dos metros, por lo que, con el espacio que sobraba, puso las pinturas ahí, también pinceles, paños, un bolso mediano, hasta una botella de agua, y entre otros lienzos que dejó en el respaldo del asiento.

Ninguno dijo nada, de todos modos no se entenderían, Law tampoco se fue, o se alejó, prefirió ignorar al chico a su lado, pero le fue inevitable no desviar su mirada algunas veces.

El artista era lindo, un perfil pequeño, piel que se notaba suave al tacto, más un olor dulce que emanaba que logró captar Law por su fino sentido del olfato, se notaba que era un perfume bastante caro.

Y así comenzó, mirando de vez en cuando los movimientos del chiquillo, dándose cuenta lo hermoso que pintaba, lograba captar a la perfección la emoción que tal vez le provocaba al niño ver la luna.

Esa era la primera pintura.

La segunda era unas rosas y otras flores que se podían visualizar. Era magnífico, ponía pasión, dedicación y amor en lo que hacía, eso es lo que trasmitía él, también las pinturas, pero siempre lo importante es el artista, porque siempre las pinturas más bellas, tenían artistas descabellados.

Este no se veía tan loco, tenía una cicatriz debajo del ojo, aún así era bello y parecía joven. Sus ojos brillaban cada vez que trazaba una línea, que era magnífico de ver.

Tenía posición de indio, limpiaba el pincel con un paño o su propia ropa, que consistía con una jardinera verde de tela, zapatos juveniles negros, camiseta blanca de mangas largas con diseño de cebra, y una gorra que la llevaba puesta al revés.

Cafuné. - Lawlu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora